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Y corrió.

Corrió mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas y su corazón latía desbocado, su cabeza dando vueltas sin sentido. Corrió mientras doblaba una esquina y dejaba atrás el sonido de las sirenas, corrió sin pararse a pensar en que le estaba perdiendo. Joder, que acababa de conocerle y ya le había perdido. Pero corrió. Corrió por él, por Agoney. Y se prometió en ese mismo instante, en el que sus piernas suplicaban por descanso y su cuerpo le traicionaba, que volvería a verle. Volvería a por él, aunque tuviese que recorrerse el mismísimo infierno de arriba a abajo, le encontraría. Corrió con las pocas fuerzas que le quedaban y sintió que se rompía cuando el recuerdo de las manos de Agoney parecieron acariciar su mejilla. Sacudió la cabeza con rabia y corrió un poco más. Hasta que al final de una calle, pudo distinguir la silueta de Alfred esperándole frente la puerta de una casa mordiéndose las uñas en un gesto desesperado. Corrió hasta él y dejó escapar un sollozo ahogado en cuanto las manos del chico se aferraron a sus hombros para detenerle y sus ojos se encontraron.

-¡Raoul! - Exclamó mientras trataba de calmarle, con las manos en sus hombros y una mirada seria pero suave, observando cómo el rubio se deshacía en un llanto sin aliento - Ya está, ya está. Está todo bien, estás a salvo.

-No... - Jadeó, su respiración acelerada a la par que sus latidos mientras el dolor se aferraba a sus pulmones y las lágrimas le nublaban la vista - Agoney... yo...

-Lo sé - Asintió con una sonrisa triste mientras suspiraba y rodeaba sus hombros con los brazos en un abrazo que pareció romper un poco más al catalán. Este se dejó caer y se refugió en los brazos de aquel desconocido mientras su cuerpo se sacudía en sollozos que parecían no tener fin - Tranquilo, todo va a ir bien. Agoney va a estar bien.

-No, no, no - Repetía sin sentido en su hombro, sus manos aprisionando la camiseta del moreno mientras este le abrazaba con fuerza - No podemos... tenemos... por favor, Alfred.

-Vamos dentro, tienes que calmarte - Intentó hacerle entrar en razón, hablándole con voz suave y tranquila mientras acariciaba su espalda de arriba a abajo - Raoul, escúchame...

-¡No! - Se separó de su cuerpo y exclamó con furia, secándose las lágrimas de forma inútil pues estas fueron reemplazadas por otras nuevas. Miró a Alfred con decisión y rabia, apretando sus puños y tragando saliva mientras intentaba recuperar el oxígeno perdido en la carrera - Tenemos que ayudarle.

-No podemos hacer nada, no ahora mismo - Explicó antes de dejar escapar un suspiro, pasándose las manos por el pelo mientras trataba de mantener la calma a pesar de estar rompiéndose por dentro al igual que lo hacía el rubio.

-¡Sí podemos! - Gritó en medio de un sollozo mientras alargaba el brazo para coger la muñeca del moreno y tirar de él para que corriese con él - Ven, vamos. ¡Vamos a por él! Por favor, por favor, Alfred...

-Raoul - El rubio se giró al escuchar la voz de su amiga llamarle y la puerta de la casa abrirse, encontrándose con los ojos verdes de la chica que le miraban con una mezcla de tristeza y preocupación. Aitana bajó las pocas escaleras que separaban la casa de los dos chicos y se lanzó a los brazos del rubio, aferrándose a su cuerpo casi con desesperación - Dios, menos mal...

-Aiti - Se rompió de nuevo en sollozos mientras abrazaba con fuerza a su amiga y hundía la cabeza en su cuello, sintiéndose un poco más a salvo en sus brazos.

-Ven, vamos dentro - La chica intentó tirar de su amigo para meterle en el interior de la casa, pero este apenas se inmutó, abrazándola con más fuerza mientras pedía una y otra vez que fuese con él para ayudar a Agoney - Cariño, tenemos que entrar. Por favor, Raoul.

corre | oneshot ragoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora