My Hero

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-¡Tacháaaan! ¿Qué te parece? - se situó justo delante de mí con un circense gesto abriendo los brazos y mostrándome el perfil de su cara. Casi no le había visto en todo el verano y no podía creer que estuviese aquí y que fuera él en persona. My hero. 

No había dejado de ser aquel chico que me miraba con ojos brillantes cuando pensaba que yo no le veía, y que hacía bromas continuamente para poder abrazarme y acercarse a mí sin que pareciera que lo hacía en serio. Recordaba como en más de una ocasión los juegos y las bromas me habían hecho morir de vergüenza y perder el compás mientras cantábamos o actuábamos en algún lugar, y yo siempre me quedaba con un millón de mariposas en el estómago, con la cabeza muy confusa sin saber si aquello era más que una amistad para mí. ¿Lo era? 

Algo había cambiado a lo largo de estos años.. Al principio me divertía entrar en sus juegos, seguir su rollo del coqueteo delante de cámara, incluso en privado en las fiestas y todo eso. Éramos inseparables, pasabamos toodo el día juntos, íbamos de allá para acá haciendo el tonto, molestando en las tiendas y sacándonos fotos con toda la gente de la calle. Inconscientemente fuí notando cómo cada vez le necesitaba más cerca, no solo me bastaba con hablar con él por teléfono, o mandarle algún mensaje, le llevaba siempre a los ensayos porque me gustaba que estuviese allí, verle. 

Con el tiempo me di cuenta de que me gustaba. Me gustaba de verdad. Y eso pasó en un día que jamás olvidaré..

>>Estábamos juntos en el local de ensayo después de celebrar el cumpleaños de uno de los chicos. Sentatdos en el suelo, apoyádos como podíamos en uno de esos puff enormes de cuero con fuerte olor a tabaco y whiskey debido a la cantidad de fiestas a las que lo habíamos llevado. Recostados uno junto al otro, escuchando los éxitos de nuestros amados Beatles y hablando, como siempre, reflexionando acerca de la vida.

-¿Sabes? Me gustaría besarme a mí mismo. - dije, mirando al infinito, acabando mi cigarrillo.

-¿Y cómo es eso eh? ¿Es que andas enamorado de ti mismo? 

-Sí, creo que sí. Es decir, si hubiese alguien como yo en este mundo estaría totalmente enamorado de él. Si viniese un genio ahora mismo a esta sala y me concediese un solo deseo, ese sería besarme a mí mismo. Creo que es la experiencia más ultrasensorial y perfecta que podría una persona llegar a vivir, besarse a sí mismo. En los labios. Un beso perfecto. ¿No crees tú?

-Puede ser, pero sería raro, porque no sería a ti mismo, sino a otra persona que eres tú. Sería ser otra persona besándote a ti, y quizá ya no fuera tan especial..- su voz sonaba triste.- Sería bonito encontrar a alguien como tú en el mundo. Que fuese como.. otra parte de ti, no igual igual, pero sí que fuesen perfectos juntos. Que nuestra unión fuese.. música. 

-Ser música juntos. Nosotros somos música juntos, ¿No crees? - aquel pensamiento nos hizo reír.

-Mira, Matt le ha dejado puesta la funda al tambor, - dijo señalando hacia delante, justo enfrente de nosotros dos, era metálica y se veía un reflejo borroso de la habitación - parecemos gemelos, observa. La misma chaqueta, el mismo pelo.. - Ambos giramos el rostro el uno hacia el otro, él aun con el dedo señalando al frente y su sonrisa eterna, divertida en la cara.

Nos mirábamos a los ojos, como siempre. Yo sin poder disimular lo que le adoraba, y él siempre haciendo brillar sus ojos, como esperando una respuesta por mi parte. Su piel se veía tan suave, y su mirada me atravesaba de tal manera que debía esforzarme un poco por respirar. Sin embargo, caí en una completa espiral sin retorno de atracción cuando bajé la mirada hasta sus labios entreabiertos y él dejó de sonreír lentamente, no sabía que estaba pasando en mi cabeza, todo era muy confuso, no estaba pensado, solo sentí cómo una corriente eléctrica atravesó todo mi cuerpo cuando mi boca rozó la suya y presioné sobre sus labios. Pareció quedarse inmóvil por un segundo, cómo helado, y tuve miedo de haberme equivocado, pero poco tardó en corresponder a mi gesto, dejándome profundizar el beso aún más, sujetando mi mandíbula y acariciando mi nuca. Mis manos volaron hasta su pelo y su torso, quería estar más cerca de él, así que le apreté un poco hacia mi, quedando nuestros cuerpos juntos. Parecía que el mundo se había detenido a nuestro alrededor, solo existíamos nosotros dos y ese instante. Quizá pasara apenas un minuto, pero en mi cabeza pasaron horas durante ese momento en que nuestros labios se besaban, despacio, pero con toda la prisa del mundo acumulada tras años de miradas furtivas y sonrisas cómplices.

Cuando nuestros labios se separaron y volvimos a mirarnos a los ojos sentí que ese mi lugar favorito, el sitio del que nunca más hubiera querido irme. Sin quererlo rompimos con una risa muy nerviosa, como de chiquillos, y decidimos finalizar la fiesta y marcharnos a casa como si nada.

Sin embargo esa noche no pude dormir pensando en que aquel beso me había hecho tan feliz que me asustaba. Mi mente estaba bloqueada y se debatía entre las cosquillas que me producía en la piel recordar su boca sobre la mía, y el tremendo pánico que me hacían sentir aquellas emociones. Nada cambió a partir de entonces, excepto que no volví a sentirme cómodo siguiendo sus juegos y con el tiempo fui endureciendo mi imagen para convencer a mi mente de que no era eso lo que quería...

Él poco a poco se fue despegando de mí, sin dejarme nunca del todo, al parecer no había dejado de adorarme tanto como yo lo hacía. Nunca comentamos aquel momento pero había veces, cuando alguien nos preguntaba acerca de si estábamos juntos (cosa que pasaba muy amenudo) que nuestra mirada cómplice volvía a desplegar una enorme corriente eléctrica por mi cuerpo. Pero sí, fue de mi lado para emprender su camino. Un día llamó a casa, nunca le había oído tan emocionado. Había una chica en su vida. Su ilusión por aquella chica le hizo componer una canción completa en cinco minutos, dijo que necesitaba expresarse y sacar de su cuerpo alquel sentimiento tan enorme, que su corazón había crecido tanto que lo sentía salirse del pecho. Que ella había reorganizado su cabeza. "Snap out of it, dear..." era lo único que resonaba en la mía, muerta de celos.

Definitivamente decidí dar el último giro a mi persona, tenía que dejarme claro a mí mismo que no, que era simple admiración. Que siempre fue el que me salvó de los ataques de otras personas, quien me despertaba en las giras con actuaciones geniales, quien nunca nunca nunca supo esconder la sonrisa cuando me veía aguantar la respiración al mirarle. Cambié por completo, no solo mi peinado y mis ropas, también mi actitud frente a todos. Los tipos como yo no se enamoran de su mejor amigo.

Recuerdo su expresión al verme llegar aquel día a su camerino para la actuación en París, fue la primera vez que me vi frente a él habiendo roto todas mis barreras de chico tímido con aires británicos. Ahora yo era un hombre, paseaba mi seguridad en mí mismo allá a donde iba, remarcándome en peinados precisos e indumentaria de cuero. Nadie iba a poder respirarme encima con mi cara de soberbio animal invencible. Nadie excepto él. Me quedé helado frente a su expresión, no fui capaz ni de sonreírle, y eso que llevábamos sin vernos un tiempo. Sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba a abajo varias veces, parándose en mi cara, observando como la sobervia iba desapareciendo de mi cara dejando paso al chico inseguro de siempre. Le sentí intimidado ante mí, después de todo él apenas había cambiado, llevaba su peinado Beatle de siempre y sus ropas escéntricas.

-Estás.. ¡eres un maldito y sensual bastardo! - por fín apareció su sonrisa, mi favorita, y todo volvió a su lugar, al de siempre. <<

-Wooaah, ¡Hola! ¡Estoy aquííí! - dijo moviendo sus manos delante de mi rostro, pues me había quedado absorto recordando todo aquello. - ¿Tan genial se ve el nuevo Miles Kane que ha dejado sin palabras al propio Alex Turner?

My Hero (Milex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora