1- decir adios

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NAOKO.- De nuevo, como un bobo, pensando en quién sabe qué.

JUICHI.- Ah........ lo siento, mamá.

NAOKO.- Pero no te quedes parado, por favor. Ayúdame con las labores.

JUICHI.- Sí, madre. 

La misma escena de todos los días.

NAOKO.- Te veo siempre pensativo. ¿Qué tienes? ¿Estás enfermo?

JUICHI.- No te fijes en eso... estoy bien

NAOKO.- Ojalá así sea... 

Las faenas campestres del día de hoy han terminado. Como casi todas las noches, nos reunimos cerca de la chimenea para hablar, con unas tazas de chocolate caliente en las manos. 

NAOKO.- Te sigo viendo solo, hijo. ¿Aún no tienes novia?

JUICHI.- (avergonzado) ¿Por qué me preguntas esas cosas, mamá?

NAOKO.- Pero venga... si es normal en la vida del ser humano.

JUICHI.- .................

NAOKO.- ¿O de dónde crees que viniste tu? (bebe de su taza) ¿De la nada? 

JUICHI.- Hablando de ese tema... acerca de mi padre...

NAOKO.- No menciones a ese inconsciente que nos abandonó…

JUICHI.- Pero...

NAOKO.- (lo toma de las manos) Yo nunca te voy a abandonar, hijo... siempre voy a estar a tu lado.

JUICHI.- ¿Siempre, mamá?

NAOKO.- Siempre, hijo... 

Y luego a hablar y hablar del futuro prometedor

NAOKO.- Cuando seas grande podré traspasarte estas tierras. Ya para ese tiempo te habrás casado con una linda y hacendosa chica. Entonces las harás producir.

JUICHI.- (ojos medio cerrados) ¿Producir a quién? ¿A las tierras o a mi futura esposa?

NAOKO.- (guiña un ojo) A ambas, hijo... créeme que a ambas... si deseas ser feliz... 

¿Por qué no ser capaz de hablarme con franqueza? ¿Por qué ocultarme algo que yo debía saber? 

Una penosa enfermedad. 

Desearía que hubiera una cura 

Me prometiste que nunca me abandonarías

KAEDE.- Hola

JUICHI.- ......................

KAEDE.- Aló.

JUICHI.- ...............

KAEDE.- Neeeeeee!! La Tierra a Juichi!! 

JUICHI.- ¿Qué quieres, Kaede?

KAEDE.- Vaya que ni los buenos días soy capaz de sacarte

JUICHI.- ¿Sólo para eso viniste?

KAEDE.- (manos en la cintura) ¡Pues no, señor gentileza! Mi padre me envía a notificarles que deben cancelar su deuda con nosotros.

JUICHI.- Como siempre, tú, portadora de malas noticias. 

KAEDE.- No es mi culpa. (...) Sabes que mi padre y tu madre son muy amigos de la infancia... pero otra cosa son los negocios.

JUICHI.- Esa solución que nuestros padres proponen para la cancelación de la deuda me parece ridícula.

KAEDE.- ¿Cuál? ¿El que debamos casarnos?

Lagrimas en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora