Basta dejame en paz, eres tú la que no me deja; dejar tener mí alma tranquila, eres mala, toxica y ya no te amo.
Esas palabras me decía, de lo cual quedaron plasmadas en mí alma.
Como un puñal, como un lienzo olvidado en la pared, soy la vergüenza de su tiro a su clavel.