No quiero perderte.

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Un Porsche Solstice 911 de color blanco corría velozmente por las nocturnas y casi desiertas calles de la ciudad de Múnich; dentro del vehículo, una joven pareja iba conversando alegremente mientras reían sin cesar. Él era un joven muy apuesto, de cabellos rubios claros y de unos ojos azules como el cielo; ella era una hermosa mujer, de largos cabellos ondulados en color rubio obscuro y con unos bellísimos ojos gris claro. Él era la promesa del fútbol de su país; ella, la mujer que él tanto amaba.

Tanto Karl Heinz Schneider como su prometida Elieth Shanks vestían la indumentaria típica de la región de la Baviera pues ellos regresaban de un día de suma diversión en el Oktober Fest al cual habían asistido debido a que el evento había sido organizado por el equipo de él, el Bayern Múnich, y había sido financiado por la Paulaner, una de las más prestigiosas cervecerías del país, además de ser una de las empresas patrocinadores del equipo. Los jóvenes ahora se dirigían rumbo a su hogar, pero se notaba claramente que ambos ya se encontraban un tanto pasados de copas.

Karl manejaba demasiado rápido pero como ésa era una costumbre muy común en Alemania, a ninguno de los dos le preocupó en absoluto. Schneider se entretenía más en mirar el rostro de su hermosa prometida que en fijarse en la carretera, y Shanks reía y coqueteaba con él, en vez de decirle que se fijara en el camino; ambos se encontraban más ocupados en el otro que en lo que sucedía a su alrededor. El alemán intentaba robarle un beso a su novia y la francesa jugueteaba negándose a dárselo, hasta que por fin el ojiazul consiguió su objetivo, besando a la joven sin poner la mínima atención al frente.

De pronto, se escuchó el sonido de un claxon muy cerca de ellos, ambos se sorprendieron mucho por el ruido, saltando en sus lugares para luego mirar al frente, justo al tiempo que una enorme luz los cegaba por completo. Karl entonces tomó el volante para girarlo con fuerza hacia un costado, en un intento de esquivar el inminente choque; sin embargo, esta acción, aunada a la velocidad que llevaba el auto, ocasionó que él perdiera el control del vehículo, chocando contra un poste y rebotando para terminar con el auto volteado de cabeza.

Con la fuerza del primer impacto, Karl salió despedido a través de uno de los cristales y terminó botado en la acera, a unos cuantos metros de distancia de en donde había quedado el auto destruido. Schneider perdió el conocimiento durante algunos instantes, por lo que no supo bien si fueron segundos o minutos, pero al reaccionar lo primero que hizo fue buscar el automóvil, hallándolo hecho pedazos muy cerca de donde se encontraba él. El alemán se arrastró como pudo para llegar al vehículo con sólo una cosa en mente, saber cómo se encontraba Elieth; él gritó con mucha desesperación su nombre una y otra vez con la esperanza de que ella le respondiera pero no la escuchó.

Al llegar al automóvil, éste se encontraba boca abajo con cristales rotos y pedazos de metal retorcidos por todos lados, lo que dificultaba el ver al interior del mismo. El rubio se arrastró por el suelo a pesar de que los cristales le rasgaban la piel, necesitaba ver mejor y así encontrar a su prometida, y cuando metió la cabeza por el espacio de la ventana del piloto por fin la vio. Elieth aún seguía en el asiento del copiloto, se encontraba atrapada entre los fierros retorcidos del vehículo, una enorme pieza de metal se encontraba clavada en su tórax y tenía múltiples heridas, las cuales sangraban profusamente.

Ella al ver a su prometido le sonrió débilmente, Karl intentó llegar a ella pero lo máximo que consiguió fue tomar su delicada mano, en donde traía puesto el anillo de compromiso que él le había dado. Schneider, en un intento de tranquilizarla, le pidió que aguantara porque los servicios de emergencia ya se dirigían hacia ellos, aunque él desconocía si esto era verdad pues no sabía si alguien los había llamado ya. La rubia nuevamente le sonrió y le dijo con seguridad en la voz que muy probablemente no llegarían a tiempo, cosa que al delantero aterró.

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