La mar enamorada

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Que apasionada era la mar que no dejaba de azotarse contra la razón de su lujuria, tierra firme.

Persistente como solo lo puede ser un enamorado no dejaba de intentar, una y otra vez abrazar las rocas, cubrir el suelo con toda ella, bañar las costas con su ser.

Que masoquista podía llegar a ser la mar, que descuidada también, pues por sus acciones encallaban los barcos, esos que a veces también podían llevar a bordo a jóvenes enamorados, jóvenes que no sobrevivían al impacto del choque, jóvenes que nunca llegarían a los brazos de sus amadas.

Que egoísta podía ser la mar, que en la locura de su amor no le importaba separar destinos, parejas, familias.

Que no le importo separarlo de mí.

La mar enamoradaWhere stories live. Discover now