Después de todo, sí valió la pena.

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Era placentero el sentir cómo mis piernas se estiraban, recorriendo una distancia que se podía considerar "larga" si tomamos en cuenta que estuve limitado a sentarme o recorrer dos pasos por día para sentarme en el insufrible retrete. Estiré mi espalda hacia atrás incluso con mis limitados movimientos, presionando los músculos de la misma para generar una gloriosa tensión mientras echaba mis piernas hacia adelante a medida que avanzaba, como si quisiese saborear los pasos que daba.

No es como si yo fuese un idiota, el hecho de que me iban a sacar de allí no significaba en lo más mínimo que yo volvería a ver directamente la luz del sol. Así que me permití disfrutarlo, me permití tener en cuenta todas las cosas que pude haber hecho por una vez, pensando en qué hubiese pasado si te hubiese superado, si hubiese salido adelante y hubiese continuado con mi vida con la normalidad que todos decían yo merecía.

Pero no pude encontrar una respuesta que me gustase en aquellos simulados días recorriendo el mundo que tú amabas sin que estuvieses allí para disfrutarlo, así que me permití pensar esta vez la falta de arrepentimiento que existía dentro de mi consciencia. Nada con ese nombre se albergaba en mi pecho y ni un rastro de vergüenza que dejase en claro mis pecados se mostraba en las facciones maltratadas de mi rostro demacrado, ni siquiera de mi pulso podrían haber tomado una muestra de todo lo que buscaban probar. 

Mi cuerpo macilento se balanceaba a cada paso que daba, y yo me permitía disfrutar de aquella falta de equilibrio con la entretención vana de un niño. Entre mis labios apretados sonaba, a modo de silbido, una de las tantas canciones que le gustaban a Mito-san y que tú ponías en la radio mientras te paseabas por mi cocina entre todos los aromas de los platillos que, a lo largo de los años, habías aprendido a hacer, con la letra de las poesías melódicas a flor de los labios.

"En vano,
mi amor te pertenece,
si no has de hacer con él
lo que tú quieras,
entonces habla bien
di que prefieres,
también se puede amar
en el olvido
."

Y sin embargo, el desacuerdo con esa letra se presentó con atemorizante claridad en el centro de mi mente mientras mis labios seguían reproduciendo su musicalidad, suave, lenta y triste. Mi amor te pertenecía como si lo hubieses tenido junto con nacer, podías hacer y deshacer con él como te quisieses que te lo hubiese permitido todo, podías tomar toda mi existencia para hacerla pedazos sin siquiera recibir un reclamo de mi parte. Pero jamás, nunca jamás, podría yo pensar que todo eso ha sido en vano. 

Mi silbido no se detuvo incluso cuando sentí el rechinar de la puerta que debía cruzar, y observé los alrededores con la tranquilidad que tiene un hombre al ir a comprar el pan recién hecho por las mañanas. Parecía un espectáculo a punto de ser presentado a una audiencia crítica, incluso lucía como si estuviese perfectamente iluminado para parecer aún más grande, quizás con la intención de causar el miedo y la desesperación de quienes iban a visitarle.

Ella aguardaba paciente, serena e intimidante. Recta y con el porte de quien lleva la muerte a cuestas, brillante por la leve iluminación que lograba entrar desde una ventana cubierta pobremente gracias a un trozo de lo que podría parecer frágil papel, tenía la gracia de una imponente soberana. Era prácticamente Dios, tomaba vidas a su antojo con la firme decisión de jamás soltarte, y podías luchar lo que querías, pero nadie había sabido de algún caso en el que hubiese dejado ir a la presa que hubo atrapado entre sus firmes dientes.

Era casi majestuosa. Dos vigas ancladas al suelo con temible firmeza con la intención de servir de soporte para una tercera que, gruesa, cruda y perfecta parecía darte la bienvenida con los brazos abiertos, incitándote a acercarte como un depredador a un animal más débil. Colgaba de allí, recién pulida, una cadena. Casi pude sentir el tacto del cordón de cuero adherido a la piel de mi cuello, frío, apresando la delgadez de aquella escuálida zona como una serpiente que por fin encontró la cena, enrollándose con fuerza atronadora y tóxica.

Suspiros (Two-shot; KilluGon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora