Luna llena en una bruja

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La vela se consume lentamente frente a mis ojos, los sonidos nocturnos del bosque me ponen triste, no ha pasado ni un mes desde que quede viuda y siento que también morí ese día...

Ni siquiera mis plantas medicinales y cuarzos fueron suficientes para mantenerlo vivo, si bien prácticamente fui vendida a mi esposo, aún así le tomé cariño y aprendí a quererlo.

No era un mal hombre, quizás sólo un poco frío y distante, pero cuidó de mi lo mejor que pudo.

Maldita noche de Luna llena que trastorna mis sentidos, mi piel pica expectante por salir hacia la cascada, pero estoy tan triste, tan sola.

El aullido de los lobos hacen de la noche un torbellino de estática, la energía se remueve en mi sistema y finalmente me levanto, mis pies descalzos están fríos, como simples campesinos no podemos darnos los lujos que invertir en pieles y cuero para cubrir nuestros pies... y aún sigo hablando de dos...

Escucho el grito desgarrador en medio del bosque, tomo mi gruesa capa, la vieja lámpara de aceite y salgo corriendo entre los tupidos árboles.

Los lobos vuelven a aullar, comienzo a correr y lo veo, un enorme lobo de piel tan negra como el carbón y ojos brillantes está aferrado a su pierna, me acerco sin miedo, ellos siempre sienten mi magia natural fluyendo en armonía.

—Klatus, suéltalo. —le susurro estirando mi mano.—

El lobo vuelve a gruñir y lo suelta mientras roza solo la punta de su hocico en mi palma, se da la vuelta y se pierde en la oscuridad, el hombre intenta apretar su herida mientras sus ojos escanean con pánico a su alrededor.

—Puedo ayudarte. —le digo firme—.

Parece dudar, pero luego asiente con la cabeza, su ropa es fina y elegante, el reflejo plateado de la luna muestra sus rasgos con sutileza, él no es un humano cualquiera, el poder sale por sus poros, seguramente pertenece a la nobleza.

Lo ayudo a incorporarse y con mucha dificultad llegamos a la pequeña cabaña de madera, él intenta reprimir sus quejidos de dolor, es alto y atlético y pesa una tonelada.

Se sienta sobre la humilde silla de madera mirando todo a su alrededor, el olor a manzanilla y tomillo siempre impregna mi hogar, el fuego de la chimenea le da esa calidez que siempre adore de niña.

—¿Como te llamas?. —pregunta con cansancio—.

Saco mi capucha y sus ojos azules se abren con sorpresa, es hermoso debo reconocerlo, pero mi madre siempre dijo "La belleza no sirve de nada cuando no llega al corazón".

—Me llamo Iris.

—¿Como la diosa pagana griega?. —dice arrugando la nariz—.

Me encojo de hombros y tomo lo necesario para curar su pierna, él no dice nada cuando corto la tela de su pantalón y limpio su herida con agua tibia, el lobo hizo un caos con su piel.

—Tendré que cocerlo y no será algo bonito. —le digo mirándolo a los ojos—.

—Hazlo.

Cuando la aguja entra en su piel él suelta una maldicion, pero sigo hasta terminar por completo con la piel dañada, por lo que se ve a simple vista, esta entrenado para batallas sangrientas, seguramente ya ha estado en más de una.

—¿Donde está tu esposo?.—dice cuando me levanto con la fuente de agua ensangrentada—.

Lo miro por un segundo, nunca he sido como las mujeres que viven bajo el yugo del rey, no soy la sirvienta de nadie, mi esposo a pesar de sus evidentes flaquezas me vio como una igual y el trabajo de esta pequeña granja lo hicimos en conjunto.

The WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora