Uno

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Contenido Explícito.



BaekHyun


Cuando digo que soy un fantasma, no lo digo de manera literal porque la verdad es que estoy vivo. 

No, cuando digo que soy un fantasma me refiero al hecho de que la gente apenas y me ve. Soy el chico del fondo con altura promedio, peso promedio, físico promedio con absolutamente nada que pudiera mantener la mirada de alguien en mí por más de cinco segundos. Me deslizo en silencio por la ciudad en la que vivo, sin sonreír o sin saludar a nadie por varios días a la vez. Ha sido así desde los últimos seis meses.

Es rara la vez que hablo con extraños. Cuando lo hago, me aseguro de que mi tono de voz sea suficientemente duro para que sepan que no estoy interesado en seguir haciéndolo. Hoy no es la excepción.

—Su llave, Señor Kim. —La recepcionista en el Marriot de Seattle desliza la tarjeta por el mostrador de mármol. Una vez que la suelta y está lo suficientemente lejos, estiro el brazo para tomarla.

—Gracias.

Baja la mirada al mismo tiempo que termina de imprimir los recibos creados por mi tarjeta de crédito.— Entonces.. ¿trabajo o visita? —La calidez en su mirada desaparece cuando se da cuenta que no me importa y su sonrisa se derrite como mantequilla en un cuchillo.

—Trabajo.—Le digo porque no hay otra cosa en la vida que pudiera traerme a este lugar.

—Bien, que disfrute su estadía. —Ella desvía la mirada en cuanto termina con el papeleo. No me pregunta porque no traigo equipaje o porque solamente reservé la habitación por una noche, tampoco porque hay una tarjeta que sobra a nombre del Señor Kim. No pregunta nada de eso porque no debe hacerlo. Giro sobre mis talones y camino hacia el ascensor.

Veintidós, veintiuno, diecinueve, dieciocho.

Observo los números en el panel sobre la gran puerta metálica y el ascensor desciende mientras espero de manera paciente junto a otras personas. Si este fuera un centro comercial o edificio con oficinas, tomaría las escaleras debido a que los espacios cerrados y yo no nos llevamos del todo bien, pero mi habitación estaba en el piso cuarenta y no había forma de que me atreviera a subir hasta allá.

Las puertas metálicas se abren y entro primero. Los otros cuatro hombres a restantes me siguen a mitad del camino y me obligo a recargarme contra el cristal para evitar que me toquen. Es fácil etiquetarlos como hombres de medio nivel; usan trajes promedio y casi no se arreglaron el cabello. Sus habitaciones probablemente son pagadas por parte de sus compañías, así que tres de ellos terminan bajando a unos cuantos pisos adelante, en donde probablemente se encontraban todos los cuartos dobles que solamente tenían acceso al gimnasio.

Nada de mini-bar para ti, Señor Corporativo.

Suelto un suspiro en el momento en que me quedo casi solo, cerrando los ojos para tranquilizarme. Sé que todo pasará pronto, pero mi corazón baila en mi pecho de todas formas. El miedo a estar atrapado, a lo que estoy a punto de hacer es como una serpiente en mi interior, esperando el momento exacto para destruirme.

—Oye, ¿estas bien? Te ves un poco.. pálido.

Uno de ellos me habla pensando que mi pánico se debía al elevador, lo que solamente era verdad parcialmente. Tiene ojos de color café, suaves y cálidos como el chocolate. También tiene hoyuelos en las mejillas, probablemente de mi edad. El tipo de hombre con el que solía involucrarme en los primeros años de la Universidad.

—Estoy bien, gracias.

—De acuerdo —El hombre con ojos chocolate me sonríe—, las respiraciones profundas ayudaron mucho a mi hermana, tampoco es fanática de los ascensores.

Deviant [Chanbaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora