Yellow t-shirt

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Estaba allí, un viernes, sentado en la barra con mi cuarto mojito en mano. La música sonaba alto y las personas en la pista, unas mas borrachas que otras, bailaban o se tambaleaban tratando de seguir el ritmo movido de la canción que retumbaba en los parlantes.

De vez en cuando me gustaba ir a uno que otro bar para simplemente observar a las personas bailar, coquetearse, besarse, reír. Era divertido ver a toda esa gente mientras yo solo tomaba alcohol. Me sentía un espectador de una película, o mas bien de varias. Decenas de historias danzando por todo el establecimiento, y yo viéndolas.

Nunca me interesó demasiado el ser parte yo también de una historia, no en ese bar, con toda esa gente. Mi historia debía estar en otro lado, tal vez entre melodías de un piano viejo o en pequeñas presentaciones de rap. "Aquí no soy nada mas que quien admira la obra, no alguien que participa en ella" pensaba cada viernes, seguro de cual creía que era mi lugar.

Pero ese lugar que creía era mio en el tramite de la historia, era solo yo tratando de darme fuerzas para no pararme de repente y bailar cada canción, besar a quien sea que estuviera en frente, reír con todos esos personajes principales de sus propios relatos y ser uno y tener una historia de bar yo también.

Y ese deseo tan bien oculto salió e iluminó cada rincón de mi mente cuando esa noche lo vi.

Un chico bailaba solo a unos metros de mi en la pista. Sonreía y era uno con la música, su cabellera oscura como la noche destacaba entre tantas otras, los pliegues que se formaban en su camiseta con cada movimiento parecían anticipar cada paso y ademan. Vestido de amarillo era claramente distinguible entre toda la gente, por dicho color o por si mismo.

Puede que lo haya lamentado por un instante, pero el alcohol de los mojitos ya estaba haciendo lo que quería con mi razonamiento. Tanto que me paré seguro, rápido, dispuesto a bailar cerca del pelinegro como si se me fueran a caer las manos si no lo hacia.

Tal vez era el alcohol, o eran los ojos del de camiseta amarilla que brillaban e indirectamente me invitaban a acercarme a él tanto como pudiera. Y es que su historia se mostraba distinta que las otras ante mi; era una obra de él y yo. Me estaba diciendo que tal vez y solo tal vez, yo también tenia una historia de bar. Una con él, en la que bailaba a su lado, lo besaba y reíamos porque ambos eramos los protagonistas esta vez.

Entonces ya no había demasiado mas que pensar, iba a acercarme a él y viviríamos esa historia que me proponían sin mirarme sus ojos. Pero entonces dejó de bailar y me miró, y yo también lo estaba mirando a él. Comenzó a acercarse a mi y tuve miedo, y cuando se paró en frente mio y saludó agitando una mano, con una sonrisa en su rostro, deje de sentirlo.

De cerca su cabello era mas oscuro, sus movimientos mas divinos, su camiseta mas brillante y su sonrisa mas hermosa. Muchísimo mas hermosa. Charlamos un poco, uno que otro vaso de soju y yo ya sentía mi juicio alejarse mas y mas de mi.

"Es culpa del alcohol" pensé cuando de un momento a otro había robado un beso de sus bonitos labios. "Es culpa de su sonrisa" me corregí a mi mismo luego de que rió y juntó de nuevo nuestros labios en un cálido beso que sentí como si durara años enteros. Los años mas dulces y perfectos de toda mi vida.

Nos separamos y lo vi de nuevo, sus ojos deslumbrantes, sus mejillas rosadas, su camiseta amarilla era mas brillante que nunca, y su sonrisa parecía un paraíso.

La noche pasó rápido pues nosotros no dejamos de hablar en ningún momento, los minutos se fueron y no nos hubiéramos dado cuenta de que eran casi las seis si no fuera porque todas las demás personas ya se estaban retirando. Y entonces me di cuenta: todas las películas habían terminado, los personajes ya llegaron al fin de sus historias de bar y yo, por primera vez, había pasado completamente de ellas. Sin querer, o queriéndolo mucho, me habían dejado de importar los demás relatos. Ahora estaba viviendo uno yo mismo, era el personaje principal junto al chico de camiseta amarilla y era un sentimiento hermoso.

Salimos del bar y acompañé a Hoseok, el muchacho de camiseta amarilla, hasta la parada de su autobús. El camino fue tanto o mas perfecto que las horas anteriores. Y cuando el autobús llegó Seok me despidió con un beso en los labios y un "Nos vemos el viernes que viene" que me hizo derretir.

Entonces vi como se alejaba con su camiseta amarilla y nuestra historia de esa noche se acababa, pero no me sentí triste porque sabia que dentro de una semana iba verlo de nuevo en el bar. Y viviríamos juntos el segundo capitulo de nuestra historia.

Me fui caminando lento a mi casa, sonriendo de vez en cuando al recordar al bonito chico con el que había pasado la noche, y sabiendo que el viernes volvería a ver a las personas bailar, pero esta vez yo también lo haría. Bailaría, besaría y me reiría con Hoseok, porque ambos eramos los protagonistas de nuestra historia de bar.

La historia del chico que se enamora de otro muchacho cuando lo ve bailar con su camiseta amarilla.

Yellow T-shirt - YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora