Te perdono, Hermano.

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Thor cometió un error y el mensajearse con alguien más le iba a costar caro, Loki podría haberlo perdonado cuando el Dios del Trueno sugirió arrodillarse  frente a él, pero no, eso no sería suficiente.

Su querido hermano mayor, golpeaba la puerta de su habitación rogando por su perdón y ahí fue donde se le ocurrió algo más. El Dios del Engaño esbozó una sonrisa mientras recargaba la cabeza en la puerta y relamía sus labios. Por una noche, tendría a su amado hermano arrepentido y a su merced.

Primero pidió a Stormbreaker y sólo para comprobar qué tanto podía doblegar a su Dios del Trueno, no hubo tanta resistencia como pensó y ahora el arma más poderosa le pertenecía. Después pidió unas cadenas de uru, esperando que Thor no preguntara para qué y no lo hizo, inmediatamente el Dios aceptó así que intentó con algo más porque unas cadenas no serían suficientes para someter al salvaje de su hermano; Gleipnir, la cinta de seda sería lo suficientemente fuerte para inmovilizarlo, nadie, ni siquiera el poderoso lobo de su hermana logró liberarse de ella. También quería algo para engañar, una seda de hilos de oro; sabía lo mucho que a Thor le gustaba mirarlo ataviado de forma esplendorosa y esa seda sería suficiente para distraerlo. Lo último que pidió fue una mordaza, sólo para averiguar qué tan lindo se vería Thor con ella.

No salió de su habitación, escuchó a Thor asentir fervientemente y, al día siguiente, todo lo que pidió estaba esperando del otro lado de la puerta con su amado hermano esperando por su perdón.







—Sígueme, Thor — Loki abrió la puerta para encontrarse a su hermano sentado con todos los objetos que pidió. — No dejes nada que lo necesitaremos —. En la ausencia de Thor, preparó algo especial para "los dos".

Thor siguió a Loki sin replicar, apenas podía cargar con todo pero se las apañó muy bien para no dejar nada atrás.— Está bien— respondió.

Loki guió a Thor por un enorme pasillo de su nuevo palacio en Midgard, se detuvieron frente a unas enormes puertas doradas. Sonrió sin que Thor se diera cuenta, estaba a unos pasos de tenerlo todo.

—A partir de ahora esta será nuestra habitación — empujó las puertas revelando una alcoba dorada por doquier. Una enorme cama con sábanas y almohadas doradas en el centro con un canopy con telas traslúcidas, se robaban la atención de todo el lugar, había un diván cubierto con cojines y un par de mesitas a los costados de este; un enorme ventanal estaba cubierto por cortinas delgadas de un tono oro pálido y otras más gruesas y oscuras de color cobre —Yo mismo la decoré— con la ausencia de Thor, tuvo tiempo de preparar algo tan a su estilo nada sutil. Los demás detalles de la habitación pasaron desapercibidos cuando entraron.

Thor quedó maravillado por lo que vio, ni siquiera había palabras para describirlo, sólo se quedó parado viendo de un lado a otro la habitación.

—No te quedes ahí como tonto, entra que la noche está por comenzar.

—¿Qué te traes entre manos, hermano?

—Me alegra que preguntes — Loki empujó suavemente a Thor, hizo que soltara las cosas mientras su dulce hermano incrédulo caía en el borde de la enorme cama.— Te perdono — susurró dulcemente,— pero antes tendrás que hacer unas cuantas cositas.

Thor trató de tranquilizar su errático corazón y asintió ante las palabras de su querido hermano, tragó saliva y respondió hasta dudando de sus propias palabras.— Todo lo qué quieras, Loki.

—Así me gusta — contestó en un susurro el Dios de las Travesuras y acarició la mejilla de Thor antes de alejarse de él. — Quiero que cuelgues a Stormbreaker en la pared de allá —. Señaló la pared frente a la cama, ahí no había muebles y unas runas doradas se grababan por todo el lugar,— usa las cadenas de uru para fijarla — una sonrisa más se dibujó en sus labios y volvió a acariciar la mejilla hasta deslizarse a la tupida barba, acercó sus labios e insinuó un beso que jamás llegó a los del alterado Dios del Trueno.— Mientras tanto, yo me encargare de esto — se agachó lentamente para tomar la seda de hilos de oro que quedó en el suelo, se levantó  moviendo las caderas provocativamente y se alejó para ocultarse tras el biombo dorado de la habitación.

Te perdono, Hermano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora