Thomas

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Él llegaba tarde como de costumbre, en los últimos encuentros durante este año, nunca había llegado pronto, pero hoy era diferente. Impaciente, Thomas golpeó con el puño de la mano la puerta con la que abrió la casa a las afueras de la ciudad. Hacia tiempo que nadie entraba, desde la destrucción de la ciudad hace ya 25 años. Había basura por todas partes; envoltorios de comida, tochos de piedras, un sofá viejo, pantallas y ordenadores rotos.
Thomas escuchó una voz a lo lejos, era Christopher
-Ya era hora! Llevo 1 hora esperándote, porque has tardado tanto - exclamó Thomas mientras se acercaba a la puerta con un paso firme y rápido.
- Hemos tenido problemas en la academia y no he podido llegar antes - pronunció estas palabras mientras cogía un papel húmedo para secarse la gotas de sudor que le caían por la frente
- ¿Y mi hermana? -preguntó aterrorizado después de escuchar esas palabras -Está bien?
- Tranquilízate hombre -exclamó Christopher mientras encendía la linterna de su móvil para iluminar parte de la casa -Tu hermana no tiene nada que ver con lo que ha pasado, ha sido un problema con los nuevos que han entrado esta última semana.
- Entonces, ¿Porque me has pedido que viniera hasta aquí? - sonrió entusiasmado esperando escuchar la respuesta que llevaba tantos años esperando.
Christopher cargó el peso de su cuerpo en su pierna derecha y sonrió.
-No te olvidas de algo...Recuerda las normas de nuestros tratos, yo te doy información a cambio de algo que me interese -sonrió irónicamente esperando recibir la cantidad de dinero que negociaron desde el principio.
-Yo no me he olvidado nunca de nuestro trato, siempre he cumplido y esta vez no será la excepción - agarró el dinero que contenía en su bolsillo delantero y se lo entregó - Ahora dime, qué ha pasado.
Desde que reclutaron a Christine, Thomas llevaba sobornando a Christopher para conseguir información sobre su hermana.
- Van a trasladar a 50 jóvenes de la academia hacia otra que está situada al nord-este del país - esas palabras golpearon el corazón de Thomas como si fuese un puñal -Viajarán mañana por la mañana ya están preparando un camion en el que irán todos.
Thomas se quería morir, le consumía la rabia de pensar que no volvería a ver a su hermana, empezó a imaginar cómo sería la vida de ella en otro lugar, sin nadie a quien conozca y sin su hermano que siempre la ha protegido de todos los peligros que haya podido tener durante sus 18 años de vida.
- Bueno podría haber una opción -dijo Christopher al ver a Thomas totalmente destruido
- Qué opción, dímelo inmediatamente - se levantó del viejo sofá instantáneamente después de escuchar estas esperanzadoras palabras.
- Podrías intentar colarte entre la seguridad o los jóvenes que serán trasladados y así poder entrar en la academia.
Esas palabras invadieron de alegría y consuelo el corazón de Thomas.
Ocho horas después, Thomas se levantó de la cama con la ayuda de sus brazos y notó cómo la camiseta se despegaba del colchón empapado de sudor, pero en ese momento solo sintió entusiasmo por volver a ver a Christine, su hermana.
Tras haber podido entrar en la academia para infiltrarse, él trataba de asimilar la extraña escena que aparecía ante él. Se había apoyado en una de las paredes acristaladas del ascensor, desde allí pudo observar montones de chicos y chicas con chaquetas y pantalones negros que se dirigían hacia una pendiente en el patio exterior, escoltados por una treintena de seguratas, entre ellos Christopher.
Thomas observó el panel transparente en el que marcaba los pisos por los cuales él ascendía desde el sótano, en el tercer piso se paró el ascensor y las puertas se abrieron. Alrededor del patio había decenas de camiones con los cristales tapizados equipado con varias filas de asientos de seguridad que llevarían a todos esos chicos a diversas academias del país. A Thomas se le cayó el alma al suelo, por un momento, temió que Christine se le hubiera escapado.
Avanzó junto a la aglomeración de gente que había en el centro del patio, Thomas alzó la cabeza desesperadamente en busca de Christopher, necesitaba intercambiarse la ropa antes de subir al transporte sino todo el esfuerzo que había hecho para reencontrarse con su hermana habría sido en vano.
A lo lejos, observó un rostro conocido, era Christopher, estaba en una de las filas al final del patio, Thomas se dirigió rápidamente hacia allí esquivando a todo la multitud mientras se cubría la cara.
-Christopher, -susurró en voz baja desde la multitud que se encontraba en una de las filas que el guardia supervisaba.
-Ahora no puedo hablar! - exclamó con un tono de nerviosidad - Nos están vigilando, saben que hay un infiltrado.
Thomas se inquietó al escuchar esas palabras porque sabía que no podría ayudarle.
Observaban atentamente al fondo del patio a un hombre de traje se dirigía a toda la multitud pronunciando las palabras:
-Tenéis la gran suerte de ser trasladados a otra academia con mayores capacidades tecnológicas, en la que se os tratará perfectamente, atendiendo a vuestras necesidades y mejorando todas vuestras cualidades.
Seguramente ese hombre sería el director del centro, había que ser muy caradura para estar allí diciendo la cantidad de tonterías para poder dormir por las noches. Thomas sin saber que opciones tenía en ese momento de volver a ver a su hermana, volvió dentro del centro al ver que ahí no había tanta seguridad, en ese momento vió a uno de los guardias que se dirigía hacia un cobertizo al final del pasillo, sin dudarlo Thomas le siguió.
Mientras él observaba al agente ocultándose desde detrás de una columna cerca del cobertizo, pudo observar a varias chicas escondidas.
Cuando Thomas vió a esas chicas no pudo evitar recordar a su hermana, él había criado de su hermana pequeña, tras el accidente de tráfico de sus padres, la tutela de ambos quedó en manos del estado por ello los dos hermanos habían vivido en distintos centros de cuidados durante varios años, pero Thomas siempre se había hecho cargo de Christine.            
-Hola -Dijo cordialmente Thomas mientras se acercaba al cobertizo -Donde está el baño? -Pronunció esas palabra con la única intención de ayudar a esas pobres chicas.
- Esta zona es privada, no puedes estar aquí! -exclamó el guàrdia cuando sacaba de uno de sus bolsillos una arma electrizante.
Antes de que pudiese golpearle con el arma, Thomas cogió impulso y le asestó al guardia un puñetazo en la mandíbula que lo dejó inconsciente.
Cuando giró su torso para socorrer a las chicas que se escondían detrás de unas máquinas viejas pudo observar cómo corrían por los pasillos huyendo al ver caer al suelo al guardia.
Se ajustó las mangas del uniforme que acababa de robar, le quedaba un poco grande pero hasta el momento ninguno de los guardias se había fijado en él.
Intentó no mover el pie con impaciencia mientras la cola de chicos circulaba hacia los camiones. Si lo pillaban haciéndose pasar por guardia, lo podrían matar acusado de: chantajear, sobornar, espiar y suplantación de identidad.
Al ver que un guàrdia escoltaba a Christine hacia uno de los camiones. Thomas reprimió su felicidad al verla después de tanto tiempo y siguió mezclándose entre la gente.
Cuando Christine se giró pudo distinguir entre los agentes a Thomas. Los dos hermanos sabían que a él no lo habían nombrado guardia y por ello estaba suplantando una identidad.
Cuando el presidente terminó de pronunciar su discurso, indicó a través de gestos a los guardias que terminarán de embarcar a los pasajeros, Thomas pudo observar  esos gestos e inmediatamente se le aceleró el corazón. Tenía que hacerlo cuidadosamente y sin llamar la atención, en el caso contrario lo detendrían.
Finalmente llegó el turno de Christine, ella se volvió a girar haciendo un pequeño gesto girando la cabeza de forma brusca indicando un no, quería que Thomas no haría ninguna tontería que pudiese delatarlo.
Thomas se abrió paso entre la aglomeración y se colocó detrás de un agente que llevaba la pistola al descubierto pegada a su cadera. Thomas hizo un gesto rápidamente con el que se apoderó de la pistola y instantáneamente al ver que los guardias agarraban su pistola, él apuntó con su pistola en la sien del agente al que había robado el arma y ordenó que no apuntarán o si no el guardia moriría.
-¡Todo el mundo atrás! -gritó Thomas mientras apuntaba con fuerza al guardia.
Solo quedaba menos de un minuto para que las puertas de los camiones se cerrarán automáticamente y pudiese empujar al guardia hacia un lado y meterse dentro a toda prisa. No tendrían tiempo para detenerlo.
-Dejad que entre o mataré a todos aquellos que intenten detenerme.
Se escuchó un silencio aterrador en todo el patio.
-¡Guardad las armas! -dijo el presidente con voz pausada -Déjenlo que se vaya con los otros.
Thomas se extrañó al escuchar esas palabras pero sabía que estaría viajando junto a su hermana hacia otro lugar.

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2019 ⏰

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