Me di cuenta de que lo nuestro no podía acabar bien pero tampoco debió acabarse tan pronto y a la vez tan mal.
No voy a negar que le echo de menos todos los días, las conversaciones diarias se echan en falta y saber que alguien te quiere y te apoya en todo y que haga sentirte llena también.
Todos sus errores se los perdoné, me hirió como nadie lo hizo, él fue el culpable de mi baja autoestima y de mi inseguridad, de mi muro dentro de mi, de ese corazón frío que empecé a tener; aún así, le perdoné y al final acabé queriéndole.
Le quise con sus celos pasados de linea, sus inseguridades, con su parte oscura, con sus palabras malas, con su obsesión.
Él me dijo que me quería, hasta aquella noche, en la que todo llegó a su fin; se presentó serio, diciendo que me seguía queriendo y gustando pero mejor solo tener una amistad y yo por muy rota que estuviera por dentro, por fuera me hice la inofensiva, que estaba bien aunque hace unos minutos cortó lo nuestro.
Dicen que los dos somos muy orgullosos y que le perderé del todo como no deje mi orgullo atrás y le pida que me aclare las cosas pero... ¿qué me asegura que vaya a responderme? ¿qué me asegura que me siga queriendo? nada.
No entienden que yo ya he dejado el orgullo aparte muchas veces y que me he arrastrado por él y ya se acabó, yo quiero que me quiera pero igual él no quiere que sea así.
Suelo soñar con él, llorar por él, estar mal por él, y ahora mismo no quiero dormir, él me lo impide... ¿qué he hecho yo para que me pase esto? ¿nadie me puede querer para siempre?
Y ojalá pudiera abrazarle una vez más, sentir como me rodea con sus brazos y me estruja contra él mientras mete la cabeza en el hueco de mi cuello, oliendome, queriendome, quedándose con mi olor, con mi recuerdo.
Y ojalá pudiese besarle una última vez, como despido, aunque me doliese mucho más.
Y ojalá me cogiera de la mano e hiciese círculos en mi palma, como lo hacía antes.
Y ojalá me quisiera como me quiso, ojalá.