Fool's Gold. (YOONTAE / TAEGI)

Fool's Gold

"Y sí, he dejado que me uses desde el día en que nos conocimos
Pero aún no he terminado, estoy enamorado de ti

eres el oro de los tontos.

y se que también enciendes el interior de todo aquel que te conoce, Pero no me arrepiento de haberme enamorado del oro de los tontos"

_Fool's Gold, de One Direction

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Ahí estabas tú.

La única distracción que era capaz de captar toda mi atención. La única presencia que se convertía en el completo objetivo de mis ojos y los hacía esclavos de cada acción tuya.

Tu piel pálida resaltaba entre los mechones negros de tu cabello que caían con gracia posándose sobre tu frente. Tus afelinados ojos desprendían un sentimiento de incertidumbre a todos aquellos a los que miraban con esa profundidad y frialdad de los que eran característicos. La forma de tus labios regalaban una apariencia suave y dulce, casi seductiva. Y el aroma que desprendías, ¿cómo es que alguien podía emanar un aroma tan dulce que ahogara la piel en deseo pero al mismo tiempo la hundiera en aquel sentimiento de miedo?

Tú sublime presencia de nuevo le negaba a mis sentidos la oportunidad escapar de aquella trampa en la que yo solo me hundía más. Aquella trampa que me lastimaba y hería, pero de la que al mismo tiempo me había vuelto adicto.

Porque eso eras tú para mí.

Una peligrosa adicción que me había apresado. Una que me destruía con mi propio consentimiento. Me enjaulaba con falsas y efímeras ideas utópicas que yo solo me creaba. Me atraía con atractivos y delicioso colores que cautivaban mis sentidos y me hacían caer en el más grande auto-engaño que mi mente pudiese crear. Me envenenaba día con día consumiendo lo poco que quedaba de mí y se engrandecía mientras me debilitaba.

Tus ojos cruzaron con los míos teleportandome a aquella primera vez que pude cruzar palabra contigo. La ansiedad se hacía presente de nuevo y sentía mis manos sudar como aquella vez.

Te encontrabas tranquilo escuchando música con unos auriculares mientras desayunabas una especie de pan con mermelada. Te encontrabas solo y afortunadamente mis amigos aún no habían llegado, así que tenía una buena excusa para estar cerca de ti.

Me acerqué con una sonrisa hasta tu lugar pero no pareciste notarme. Tu mirada seguía fija en el exterior de la ventana, dabas la ilusión como si quisieras salir del salón pero nunca movías un músculo por hacerlo. Sonreí dulcemente ante tu falta de atención y me tomé el atrevimiento de quitar uno de tus auriculares y acercarme a susurrar a tu oído.

-¿Quisieras que te acompañe afuera?

Diste un pequeño saltito - ¿Qué diablos...?- giraste tu mirada encarándome de mala manera. Tú ceño que hace unos segundos se encontraba elevado por la sorpresa ahora se fruncía revelando la molestia en tus hermosas facciones.

Mantuve mi sonrisa para ti, más que alegría sentía una completa nube de nervios abarcando mis sentidos. Percibía como cualquier pensamiento se nublaba y como mi cuerpo ahora reaccionaba por impulso.