La esperanza de tu voz

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Disclaimer: Tanto Furuya como Miyuki del manga/anime Daiya no Ace pertenecen a Yuji Terajima. Yo sólo los tomé prestados y sin fines de lucro.

Guerra Mundial Z fue escrito por Max Brooks. El fanfic está ambientado en ese libro.


LA ESPERANZA DE TU VOZ

Por donde se viera, aquel edificio estaba totalmente abandonado: la mayoría de las ventanas rotas, varias plantas enredadas en las paredes, la pintura desgastada, hojas secas en toda la explanada y rastros de sangre y carne muerta. Un viento frío sopló elevando algunas hojas, siendo el único testigo un castaño que metía las manos en los bolsillos de su desgastada chaqueta. Su nombre, Miyuki Kazuya, antes un estudiante de aquel lugar.

Kazuya caminó alrededor del instituto hasta llegar al campo de entrenamiento que, como el resto de las instalaciones, lucía descuidado y sucio. Paseó la vista por todo el sitio mientras una mueca de amargura se formaba en su rostro; a pesar de lo que le había dicho un "médico" y de que sabía que su problema iba más relacionado con su estado mental, sabía que ya no podría volver a lanzar una pelota en su vida.

Además, estaba bien con su trabajo actual; ser parte del Escuadrón de limpieza (llamados así a los voluntarios que se encargaban de eliminar zombies que aparecían por la zona cada que la nieve se derretía); era una de las mejores decisiones que había tomado. Pero la preocupación solía aparecer con más frecuencia, porque, qué pasaría cuando todo aquello acabara. Cuando por fin llegara una primavera en la que los vestigios de la plaga que camina se esfumaran. ¡Qué es lo que haría! ¡Cómo gastaría su tiempo!

— Nada — Murmuró.  Absolutamente nada.  Y, sin embargo, ahí estaba. De pie frente a su antiguo colegio. Donde mejoró como beisbolista, pulió su técnica como cátcher, conoció a sus mejores amigos, y por supuesto, lo conoció a él. Suspiró con desgano, sabía que su escuela se convertiría en museo. Lo único que podía hacer era observar con nostalgia.

 ¿Senpai

El cuerpo de Kazuya se tensó sin responder al llamado. Hacía mucho tiempo que no escuchaba aquella voz, tenía un tono más grave, pero sabía que era la de él; sin embargo, sólo elevó la vista y se hizo el desentendido. Su kohai volvió a hablar, siendo interrumpido por un grupo de personas corriendo y alertando de un caminante más; ninguno se movió de su sitio, no eran necesarios. Miyuki se giró con lentitud, frente a él se encontraba un hombre de cabello negro, barba de un par de días, la sorpresa relejada en su rostro y en esos hermosos ojos azules, tan cansados como cualquiera que haya sobrevivido al infierno sobre la tierra.

El corazón del castaño se emocionó y por un momento temió que la imagen que veía era producto de su imaginación como tantas veces le había ocurrido en el pasado. Pero toda duda se disipó en cuanto el menor cambió su asombro por su típica expresión taciturna y con voz calmada habló.

 ¿Senpai, atraparía para mí? 

Una simple pregunta que reanimó los sentimientos del cátcher que lo impulsó a reírse como en sus años de preparatoria. Dio media vuelta en dirección al bullpen, dispuesto a cumplir la petición y sin dejar de reír. Al sentir la mano del pelinegro, lo supo, y no pudo evitar que varias lágrimas se deslizaran por sus mejillas. Qué importaba si los zombies seguían o se extinguían en la próxima primavera, qué si le faltaban dedos en su mano lanzadora, si no tenía noticias de su padre o de sus antiguos amigos; por supuesto, eran importantes, pero mientras Furuya Satoru estuviera a su lado, sabía que podría superar cualquier cosa.

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