El paso uno sin saber que sería el paso uno

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En una tarde cotidiana de la universidad, esperaba junto a mi mejor amigo a que fueran las 6 p.m. para que llegara la siguiente clase de la carrera de sociología de tercer año, parecía ser una tarde más donde procrastinamos, contamos chistes, trabajamos en alguna tarea, discutimos en relación a alguna noticia o simplemente veíamos la tarde pasar. Era una tarde de octubre del 2017 cuando en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Costa Rica recibo una llamada de un concurso en el que me había interesado por participar un par de meses atrás. Era la asistencia a una escuela de formación política que nos llevaría por 17 días a Planes de Renderos, El Salvador, a compartir experiencias y conocimientos con personas interesadas en la formación política de diversos países de Mesoamérica (donde participaron personas de México, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Honduras, por supuesto que de El Salvador, invitados (as) especiales de Brasil y la delegación de Costa Rica).

Esa tarde había recibido la confirmación de que yo era uno de los 6 costarricenses seleccionados para la asistencia a este proceso formativo junto a otras 5 personas que no conocía o que, por lo menos, conocía escasamente. ¡Era mi primera vez en un avión! por lo que el primer sentimiento que me embargó fue el miedo y la ansiedad y después, una vez asimilada la noticia, vino la felicidad por todo lo que esta oportunidad significaba. Era el primero de diciembre a la 1:30 p.m. del 2017 el momento donde partiría al primer acercamiento a mi historia de amor sin yo saberlo y mucho menos el amor de mi vida, Dayanna (ella es salvadoreña).

Pasan los días y con ellos la desesperación por que esta fecha llegue pronto. Una combinación extraña sentía ya que deseaba con todas las ganas poder asistir pero había un primer obstáculo que superar, mi miedo a los aviones.

Llegó el día tan esperado, me junté con mis 3 compañeros y 2 compañeras esta tarde hacia el aeropuerto internacional de El Salvador San Óscar Arnulfo Romero y Galdámez​. Eran las 3 p.m. y ya estábamos apunto de salir de dicho aeropuerto a buscar a la persona que estaba por recogernos para llevarnos hasta Planes de Renderos, Panchimalco, lugar donde se llevarían a cabo los 17 días del encuentro. Esa noche en la que llegamos (y conoceríamos todos esos días con personas de otros países) lo utilizamos, como buenos costarricenses, para entablar nuestras primeras amistades con las delegaciones que ya habían llegado al lugar, México fue el primer lazo que logramos construir.

Se había concretado desde esa tarde de octubre hasta esa noche del primero de diciembre el primer paso, primer paso que para mí constituía una experiencia de formación más para mi vida, donde conocería gentes y nuevos conocimientos pero el amor de mi vida jamás me pasó por la mente, por que mis límites personales y los sociales no me permitían hasta entonces siquiera imaginarme que esta aventura formativa tendría algo que ver en mi felicidad. Ingenuamente construí previamente metas de esta experiencias sin saber que se me desacomodaría el juego, sin saber que 2 + 2 en esa ocasión no iba a ser 4 como yo lo tenía pensado. Se había constituido el primer paso, pasó frente a mi cara y yo nunca me dí cuenta.

Sin este paso no hubiese sido posible esta historia que les vengo a contar, y aunque parezca obvio cuál es el siguiente paso les invito a mantenerse en la lectura, no todo es como esperan que pase, no todo fue mecánico y existieron otras montañas previas antes de encontrar el camino definitivo, les invito a conocer a un tercero.

Amor entre aviones y kilómetrosWhere stories live. Discover now