O1. Trajes

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—Tsk... Isla de mierda.

Bakugou se encontraba caminando con rapidez hacía la habitación que compartía con Kirishima, imaginando que este último estaría despidiéndose de todas las cosas geniales que había descubierto en ese cuarto tan ridículamente decorado. Él, por su lado, regresaba de caminar todas las lavanderías que la recepcionista del hotel conocía, decepcionado y enojado porque nadie podía lavar su traje ni su camisa en el mal estado en que los había dejado.

No fue su maldita culpa. Esos villanos de mierda los atacaron y lo mejor que pudo hacer fue llenar su propia manga con su sudor para que el bastardo mitad y mitad hiciera el resto del trabajo. Y funcionó, claro que sí, ni ese maldito podía ser tan idiota como para no entender su plan. Lo único malo detrás de ello fue que en las lavanderías se negaban a lavar siquiera un traje tan arruinado como el suyo, insinuándole que tenía que botarlo de una vez y olvidarse de él.

El rubio definitivamente luchó para no mandar a la mierda a las dueñas de esos lugares. Sin embargo, lo que más le jodía la existencia era tener que aceptar que perdió, pues si no conseguía un modo de limpiar su traje y envolverlo, seguro tendría que dejarlo o tirarlo, cuando realmente una parte de él deseaba conservar ese regalo.

—¡Oh, Bakugou-san!

Deteniendo sus pasos, se giró para encontrarse con una chica rubia corriendo hacía él. La reconocía, era la amiga quirkless que Deku había conocido en la isla y de hecho era hija de un buen amigo de All Might, sin embargo, él y ella jamás compartieron alguna conversación, por lo que al rubio realmente le intrigó qué era lo que quería.

—¿Qué quieres? —preguntó con el tono más amable que pudo tener en un día tan jodido como ese.

—Lamento molestarte —respondió ella, sin inmutarse ni un poco al oír su tono—. Es que fui a tu habitación a buscarte, pero sólo encontré a Kirishima-kun, cuando ya me daba por vencida te vi llegar por el otro lado del pasillo —explicó.

—¿Y?

—Quería entregarte esto.

Sacando rápidamente una tarjeta de su bolsillo, la rubia se la entregó a Bakugou con decisión, mientras él la cogía y leía su contenido, cambiando su expresión casi al instante.

—¡¿HAH?! —casi gritó—. ¿Una fiesta?

—Así es —continuó ella—. Mi padre quiere agradecerles a todos por lo que pasó... Aunque él no esté aquí, se siente mal porque ustedes y los invitados se irán con una muy mala experiencia de la isla y no le parece justo, así que me pidió si podía ayudarle a organizar una fiesta de despedida, más que nada dedicada a esos héroes que nos salvaron.

Bakugou se preguntó por un segundo por qué no le resultaba jodidamente tedioso escuchar hablar a aquella chica de lentes y ojos bonitos. Quizás se debía a su tono, o tal vez a lo bien que pronunciaba el japonés, pero lejos de considerarla tediosa, insoportable o inferior por no contar con un quirk, Bakugou debía reconocer que tenía el carácter suficiente para continuar adelante a pesar de la situación en la que se encontraba su padre, eso ya bastaba para reconocer que ella no tenía ni un gramo de debilidad ni cobardía incluso en un mundo gobernado por los quirks.

—No se puede —respondió después, devolviéndole la invitación—. El vuelo de regreso a Japón es para hoy a las seis.

Una vez ella cogió la invitación, Bakugou intentó darse la vuelta, pero fue sostenido por su mano por la misma chica, quien lo agarró con la firmeza suficiente para que este no pudiera dar el primer paso alejándose de ella. Girándose, el rubio chasqueó la lengua, soltándose del agarre con un movimiento rápido.

Only seven days of the rest of my life. | #KRBKWEEK2K19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora