Prólogo: Un estruendo azulado

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Desde las altas cornisas de una fortificación que dominaba un paraje llano con una gran ciudad en el centro, dividida por un río, un guardia divisó en la lejanía una figura azulada que atravesaba el horizonte como una flecha, y que presto se dirigía hacia aquel sitio. Sin un atisbo de nerviosismo, hizo uso de un utensilio tubular con el cual pudo observar a detalle aquel objeto, y en ese momento, su expresión paralizada mostró una preocupación intensa que sería inesperada en un hombre de su talla, y sin siquiera dar tiempo a la duda, se dirigió rápidamente hacia la torre de guardia donde se encontraba la campana de alarma, y de un instante a otro una serie consecutiva de golpes comenzó a formar un eco por las calles.

En uno de los amplios salones, un emisario apareció apresuradamente, creando un gran estruendo al abrir los enormes portones, y al llegar a la mitad de la habitación, se arrodilló colocando su rodilla izquierda en el piso, mientras su mano se sostenía en la rodilla derecha y su rostro se agachaba hacia el piso.

–Disculpen la intromisión. Un mensaje urgente ha llegado– Decía firmemente, mientras alzaba levemente su mirada, observando con atención a su alrededor.

A lo largo de la sala había nueve asientos los cuales estaban ocupadas por unas altas y orgullosas figuras que miraban a aquel emisario que ante los pies de sus presencias infladas por el poder, lucía como una simple cucaracha.

–Habla pronto, si tan urgente es la situación– Decía una de los participantes de El alto congreso del reino, un grupo de personas que fungían entre todos como un Rey.

–B-bueno... Acaba de llegar un mensaje desde la aldea de Bedrot– Decía al tiempo que sacaba de sus vestimentas una flecha que emitía un potente brillo azul, y al partirla por la mitad, una figura humana con el mismo brillo apareció en medio del salón.

–Saludos Alto congreso, habla Shanto, administrador de Bedrot. Quiero hacerles de su conocimiento que desde hace dos semanas se han registrado desapariciones, sabotajes ,y más recientemente, una serie de asesinatos en una de las nuevas zonas de extracción, por lo que les solicito su intervención para asegurar las operaciones que se llevan a cabo aquí, pues los trabajadores han decidido no laborar de no ser que se garanticé su seguridad, espero su pronta respuesta– Y tras ello, la figura desapareció, dejando el recinto en un silencio sepulcral, hasta que una voz distinta cortó el silencio de tajo.

–No podemos garantizar que sea una situación grave, por lo que yo sugeriría proseguir con cautela, enviando únicamente una compañía de reconocimiento y a un Investigador para que el juzgué si es pertinente enviar un batallón de fuerzas especiales para reforzar la situación, ¿alguna objeción a mi juicio?–

–Ninguna– Respondieron el resto de los presentes al unísono, y así como se acordó, a la mañana siguiente partió de la capital una compañía conformada principalmente de infantería ligera. La marcha fue tortuosa pues el trayecto se volvía cada vez más dificultoso conforme bajaban de las montañas hasta el nivel del mar, pasando por acantilados, desfiladeros y cañones, seguidos de regiones más llanas pero con una vegetación muy densa, y al llegar a esa región selvática, fue solo cuestión de un día de viaje para llegar a Bedrot.

Misterios en la junglaWhere stories live. Discover now