Usualmente no nos gustan los cambios, de hecho le tememos porque nos atemoriza lo desconocido, no sabemos qué pasará luego y nos asusta no poder controlar la situación. Pero no podemos impedir que llegue, no podemos congelar el tiempo y quedarnos estancados, con un millón de dudas y miedos así que nos adaptamos a los cambios, o nos rezagamos.
Crecer duele y mucho, quien te diga lo contrario miente, pero los cambios son parte de eso, de crecer e ir escalando muros cada vez más altos, de ir afrontando las cosas con responsabilidad y asumirlas. Es válido quejarse y no sentirse suficiente para responsabilizarse por esos cambios aveces, aún así son necesarios y forman nuestro carácter.
Los cambios pueden ser buenos, es bueno el miedo, la incertidumbre, el no saber qué hacer ni cómo seguir, las hormonas que se liberan en nuestro cerebro al no saber qué será lo siguiente, nos impulsan a ser creativos e innovar, a pensar fuera de la caja y mirar el mundo de revés de vez en cuando, así que disfruta del cambio, no importa que tan gigante o pequeñito sea.