Capítulo III

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Esa mañana se sentía más nervioso que de costumbre, Kardia seguía mirandolo como todos los días, pero no era el sentimiento de todos los días. Lo miraba con pena y preocupación, como si le intentara pedir disculpas con la mirada. En el momento que el profesor apartó la mirada de los chicos para seguir explicando el procedimiento en la pizarra, Kardia aprovecho para llamar a Degel.

—Oye, lamentó lo que pasó en mi casa. Entenderé si ya no quieres hablar conmigo, solo necesito que me digas que fue lo que te molesto, y si hay algo que yo pueda hacer por ti, como disculpa—Degel sintió su corazón oprimirse, Kardia era tan bueno, y parecía sinceramente preocupado por haberlo molestado, aunque en realidad no fue su culpa, fue culpa de sus confusos sentimiento que no tenían una razón de ser, simplemente era molestó.

—No fue tu culpa, Kardia. No te preocupes—dijo, y sonrió, el mayor le regreso el gesto.

—Señor Kardia, vuelva a su asiento si no quiere ser enviado a detención de nuevo, sería la quinta vez esta semana y no quiere eso en su historial—regañó el profesor cuando notó la posición en la que el chico se encontraba—. Degel, no le siga la corriente, déjelo concentrarse, lo último que necesita es otra materia reprobada.

Ambos chicos asintieron, murmurando un "Sí, señor" mientras volvían a sus apuntes, con las miradas de sus compañeros aún en ellos.

—¿Estas saliendo con Kardia?—se animó a preguntar la chica de enfrente. 

Degel pensó la respuesta unos segundos, si decía que sí le estaría mintiendo en toda la cara a esa chica, pero no quería que supieran que Kardia estaba libre, por lo menos no hasta comprobar que era lo que realmente sentía por él.

—Sí, estamos saliendo.

La chica sonrió, achicando sus ojos.

—Hacen una linda pareja, espero que tu sí sepas apreciarlo—terminó por decir la niña.

Eso sí llamó su atención. ¿A qué se refería con sí saber apreciarlo? Estuvo a punto de pedirle más explicaciones, pero la chica se giró justo antes de que el profesor volviera a mirar hacia ellos. Degel vió a Kardia unos segundos, intentando descifrar a que se refería la muchacha con aquello, con tan solo mirarlo.

Cuando la clase finalizó, pensó seriamente en acercarse hasta él, y preguntarle a lo macho sobre lo que la niña de la clase le había dicho, pero lo considero algo irrespetuoso, así que fue por su última opción.

—Escucha, Albafica, siempre has sido un buen amigo, así que he decidido perdonarte, pero con una condición—el contrario alzó las cejas, ante las palabras de Degel—. Debes decirme todo sobre las relaciones de Kardia.

—Preguntaselo a Asmita, señorito debí hacerte caso—dijo Albafica, imitando el tono de voz con el que Degel le había dicho lo último a Asmita.

—Lo siento—respondió haciendo larga la última sílaba—. ¿Puedes perdonarme?

—Por última ocasión—dijo el peli-celeste—. ¿Qué es lo que quieres saber?

—Hoy una chica de la clase me preguntó si yo estaba saliendo con Kardia. Entonces hice lo lógico, decirle que estaba saliendo con Kardia—Albafica abrió los ojos sorprendido.

—¿Y qué pasa si le preguntan a Kardia?

—Es Kardia, va a decir que sí.

Albafica suspiró, acomodándose mejor en su asiento.

—Antes de que Kardia estuviera como un loco detrás de tí, estuvo saliendo con alguien, era mayor, justo ahora no está en la escuela. Yo no sé muy bien lo que pasó, dicen que solo utilizó a Kardia, le puso el cuerno varias veces y que cuando tu novio lo terminó puso a todos en su contra.

Degel abrió los ojos de par en par, eso explicaba varías cosas, como el hecho de que Kardia no tenía amigos cercanos, era raro que hablara con alguien y sobre todo, lo que la niña de la clase había dicho cobraba sentido.

—¡Degel!—el mencionado se congeló por completo cuando escuchó la voz a sus espaldas.

—¡Maldición, olvidé a Unity!—gruñó, Albafica le lanzó una mirada de duda.

—¿Tu ex?—el peli-verde asintió—. ¿Qué carajos hiciste, Degel?—preguntó en un tono casi decepcionado.

—Puedes culpar a Flourite por eso, te lo diré con detalle luego. Ahora debo irme—se alejó de Albafica para correr hacia el ruso.

—¡Degel! ¡Vuelve acá en este maldito instantante!

Ignorando los gritos de su amigo de fondo llegó frente a Unity, el cual ya lo esperaba con una sonrisa.

—Muy bien, aquí estoy. ¿Entonces solo debo presentarme como tú novio?—habló emocionado el de cabello platinado.

—Pues veras, amigo Unity—el mencionado frunció el ceño, sintiendo que algo no estaba bien del todo, pues Degel jamás, ¡Jamás! hablaba de esa forma.

—¡Hey, Degel!—la sonrisa de su rostro se fue borrando de a poco, justo allí, detrás de él, Kardia lo había llamado.

Tierra tragame y escupeme en Siberia.

—Hola, Kardia—masculló con una mueca que simulaba ser una sonrisa.

—¿Pasa algo malo?—dijieron ambos chicos a Degel.

—Se te junto el ganado—se burló alguien detrás de él, y estaba seguro de que ese había sido Manigoldo, el novio de Albafica. Sí, era raro que su amigo supiera todo de todos, pues en realidad tenía una vida social y romántica bastante envidiable.

—¡No es nada!—respondió, mientras soltaba una risa la cual estaba a punto de transformarse en un llanto ácido.

—¿Quién es tu amigo, Degel?

—Se llama Kardia, Unity.

—¡Kardia! Mucho gusto, soy Unity el novio de Degel.

—¿Él es tu novio?—preguntó Kardia en tono bajo, con la voz más grave de lo normal—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Kardia, te juro que no es nada de lo que parece.

—Esta bien, Degel. No es como que espere que termines con tu novio por mí, o algo así. Nos vemos.

—¡Espera, Kardia!

—¿Qué está mal?—preguntó Unity un poco perdido.

—Ven, te explico.

Después de una extensa plática, que en realidad duro unos veinte minutos, Unity ya estaba al tanto de absolutamente toda la situación —y a él sí le dijo lo del beso—.

—¿Y por qué no estás llendo a buscarlo?

—¡Gracias por escuchar Unity!

Degel se alejó de ahí corriendo, directo hasta la casa de Kardia, pues siendo él, era improbable que se quedará en la escuela después de que las clases terminarán.

Tocó varias veces la puerta, hasta que por fin fue abierta por Yato.

—¿Qué quieres, feo?

Degel se sintió momentáneamente ofendido por eso.

—¿Dónde está tu hermano, Yato?

Ante la pregunta el niño abrió su boquita, pareciendo sorprendido.

—¿Tú fuiste quién hizo llorar a mi hermano?—la voz del niño salió entrecortada del coraje,  y reuniendo todas sus infantiles fuerzas, golpeó la rodilla del mayor, para seguidamente gritarle un “¡Tú no eres bienvenido aquí!" Y cerrarle la puerta en la cara.

Y aunque el golpe le había dolido, lo que definitivamente causó estragos en el fue el “Tú fuiste quién hizo llorar a mi hermano" Kardia lucía tan despreocupado y alegre, que la convivencia de ambas palabras en la misma oración parecía un ridícula broma. Debía llegar a la habitación de Kardia costará lo que costará.

Miró hasta la ventana que sabía era la habitación de Kardia, quizás si lograba escalar por los barrotes de la ventana, quizás lograba llegar.

Cualquier hueso roto valdría la pena.

so what? ;; kardia x degelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora