S. M. A.

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Verlos juntos era lo normal, era habitual. No se podía ver a uno sin el otro, y a él le gustaba. Le gustaba porque veía sus sonrisas y oía sus carcajadas; porque podía morir en paz después de esos momentos.

Verlos juntos era lo normal, lo habitual. No se podía ver a uno sin el otro, y él lo odiaba. No soportaba sus sonrisas ni oír sus carcajadas; porque podía morirse solo por saber que era otro quien las provocaba.

Stan Marsh y Kyle Broflovski eran los super mejores amigos del mundo, desde pequeños. Si Stan estaba triste, Kyle lo consoloba. SI Stan estaba triste buscaba consuelo en Kyle, y eso dolía más que la peor de las muertes.

Kenny McCormick era experto en eso: en morir y en el dolor. Nada le partía más el corazón que saber que cuando iba a verse con Stan, Kyle estaría ahí, y que él sería el centro de atención, el amigo favorito.

Kyle era el más listo de la clase, Kyle era el más especial porque solo él podía entenderlo. Kyle era el más alto de los cuatro, Kyle sabía jugar mejor que nadie al baloncesto. Kyle tenía muchas cosas que contar porque tenía otra religión. Kyle esto, Kyle lo otro.

¿Cuántas veces había dado Broflovski la vida por ti, Marsh? ¿Cuántas? ¿Acaso estuvo Kyle contigo cuando los japoneses atacaban a tus queridas ballenas y delfines? Porque McCormick sí que estaba ahí. Se aferró al plan de Cartman para salir en la televisión porque decirte "quiero pasar más tiempo contigo" quedaba muy gay. Porque solo estaba de acuerdo con las locuras que hacía Eric para llamar tu atención. ¿O no te has dado cuenta de que Kyle le hace más caso a Cartman cada vez que idea alguna estupidez? Es lo mismo, pero con él no funciona, ¿verdad?

Stan reía, como si no diera crédito a lo que Kenny decía. El rubio abrió los ojos, sorprendido, herido, pero se recordó a sí mismo que Marsh no podía oír sus pensamientos, por muy fijamente que lo mirase cuando estos atravesaban su mente.

Stan estaba riendo junto a Kyle, de algún chiste absurdo, de la viñeta de algún cómic que habían comprado con su lujosa paga, o de cualquier cosa sin importancia.

Eso quería él, que Stan riese a su lado por cosas sin importancia; por todo y por nada, pero con él.

-¿Estás bien, Kenny?-Preguntó Kyle, observando al rubio, recostado contra un muro, terminando un cigarro.

-Sí.-Respondió.

-Eso te matará.-Recordó el pelirrojo, que parecía más preocupado por él que el de pelo negro, sentado a su lado.

Kenny solo sonrió burlón. Si tan solo supiera que Stan se emborrachaba antes de salir de casa cada día, no le preocuparía lo que Kenny hiciese o dejase de hacer. Se levantó con pesadez, mientras ellos volvían a sus asuntos, y se dio un paseo por la azotea del instituto.

-Hasta mañana, Stan.-Dijo, antes de saltar hacia el vacío, escuchando por última vez aquel día la risa que Stan Marsh nunca compartiría con él.

Súper Mejores AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora