ℒℴ𝓈 𝒹𝓊ℯ𝓃𝒹ℯ𝒸𝒾𝓁𝓁ℴ𝓈 𝒹ℯ𝓁 𝒶𝓇𝓂𝒶𝓇𝒾ℴ

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Aquellas criaturas eran extremadamente hermosas con sus ojos redondos color avellana y sus narices respingonas.

Sus manos eran más pequeñas que mi meñique.

Una de esas criaturas se acercó y dijo–¿Eres la nueva dueña de la casa?–A lo que conteste–s-si y vosotros, ¿que demonios sois? –

Me miro enfadado y con una voz chillona contestó:

-¿Acaso nunca has visto unos duendes muchacha?

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