— ¿Que haces en el pasillo Taehyung?— Volteo en dirección a YoonGi, pero no contesto.
—¿Estas bien?— me pregunta sentándose a mi lado.
—Si, pero no debería estarlo — respondo, llevándome brevemente una mano en la frente — Es como si ya estuviera en duelo con el. Como si hubiera muerto en cuanto lo vi en la sede de Erudición, estando allí, ¿sabes?Poco después de aquello, confesé a Yoongi que había perdido a toda mi familia. Y Yoongi me aseguró que, a partir de ese momento, el era mi familia.
Así me siento, como si, entre nosotros, todo estuviera mezclado: amistad, amor y familia, de modo que no logro diferenciar una cosa de la otra.
—Los abnegados tienen su opinión sobre el tema, ya sabes —dice Yoongi —. Sobre lo de permitir que otros se sacrifiquen por ti, aunque sea por motivos egoístas. Dicen que si el sacrificio es la única forma que le queda a esa persona de demostrarte que te quiere, debes permitírselo — apoya un hombro en la pared —. En esa situación, es el mejor regalo que puedes hacerle. Igual que cuando tus padres murieron por ti.
—No estoy segura que sea el amor lo que lo motiva — respondo, cerrando los ojos —. Más bien parece la culpa.
—Puede — reconoce Yoongi —, aunque ¿por qué iba a sentirse culpable por traicionarte si no te quisiera?Asiento con la cabeza. Se que Jungkook me quiere, que siempre me ha querido, incluso cuando me hacia daño. Sé que yo también lo quiero. Pero, de todos modos, esto no está bien.
— Puede que sea mal momento — dice Yoongi —, pero tengo que decirte una cosa.
Me pongo tenso al instante, temiendo que vaya a sacar a colación algún crimen mío del que no sea consiente, que vaya a confesar algo que lo angustie por dentro u otra historia igual de complicada.
—Solo quería darte las gracias — dice en voz baja —. Un grupo de científicos te dijo que mis genes eran defectuosos, que yo tenía algo malo, y te enseñaron los resultados de las pruebas que lo demostraban. Incluso yo empecé a creérmelo.
Me toca la cara, acariciándome el pómulo con el pulgar sin dejar de mirarme a los ojos con insistencia.
—Tu nunca lo creíste — sigue diciendo —. Ni por un segundo. Siempre insististe en que yo era... No sé, una persona completa.
Le tapó la mano con la mía.
—Es que lo eres.
—Nadie me lo había dicho nunca — responde en voz baja.
—Te mereces oírlo — afirmo con los ojos vidriosos de lágrimas —. Te mereces oír que eres una persona completa, que merece ser amado, que eres la mejor persona que he conocido y sin ti yo...Creí que no era bueno con los discursos, pero al parecer Yoongi piensa lo contrario porque me besa.
Le devuelvo el beso con tanta intensidad que duele, y le retuerzo la camiseta con los dedos. Lo empujó por el pasillo hasta una habitación apenas amueblada cerca del dormitorio. Cierro la puerta con un golpe de talón.
Igual que yo he insistido en lo mucho que vale, él siempre ha insistido en lo fuerte que soy, en que mis habilidades son mucho mayores de lo que creó. Y, sin que me lo digan, se que así funciona el amor cuando es de verdad : te convierte en algo mejor, en más de lo que creías poder llegar a ser.
Y este amor es de verdad.
Yoongi desliza los dedos entre mi cabello y se aferra a el. Me tiemblan las manos, pero me da igual que se dé cuenta o no, no me importa que sepa que estoy asustado o lo intenso que es este momento. Lo jalo de la camiseta para acercarlo más a mi y suspiro su nombre contra su boca.
Se me olvida que es otra persona; es como si fuera una parte de mí, tan esencial como un corazón, un ojo o hacer streaming al nuevo MV de BTS porque Youtube le sigue bajando vistas. Le levanto la camiseta y se la quitó por la cabeza para poder acariciar la piel desnuda como si fuera mía.
Sus manos jalan mi camiseta, y empiezo a quitármela, pero entonces lo recuerdo, recuerdo que soy pequeño, sin musculatura, alguien que no es suficiente para él, y me aparto.
Él me mira, pero no es como si esperará una explicación, sino como si yo fuera lo único en ese cuarto que merece la pena mirar.
Yo también lo miro, pero todo lo que veo me hace sentir peor: es tan guapo que incluso la tinta negra que le recorre la piel haciendo contraste con su blanquecina piel lo convierte en una obra de arte. Hace un instante estaba convencido de que éramos la pareja perfecta, y puede que sigamos siéndolo, pero sólo con la ropa puesta.
Sin embargo, él sigue mirándome igual.
Sonríe un poco, mostrándome esa sonrisa de encías que tanto amo. Después me pone las manos en la cintura y me atrae hacia él. Se inclina un poco para besarme entre sus dedos y susurra sobre mi estómago:
—Eres precioso Taehyung.
Y me lo creó.Se endereza y aprieta sus labios contra los míos con la boca abierta, las manos sobre mis caderas desnudas y los pulgares deslizándose bajo la cintura de mis jeans. Le tocó el pecho, me apoyo en él, y su suspiro me vibra en los huesos.
—Ya sabes que te quiero, ¿verdad? — digo.
—Lo sé.
Con un movimiento de cejas, se agacha, me pone un brazo bajo las piernas y me echa sobre su hombro. Se me escapa una carcajada, mitad de alegría, mitad de nervios, y él me lleva por el cuarto hasta soltarme sin miramientos sobre el sofá.
Se tumba a mi lado, y yo recorro con los dedos las llamas que le envuelven las costillas. Es fuerte, ágil y seguro.
Y es mío.
Y soy de él.
Pego mis labios a los suyos.Me da mucho miedo, que de seguir juntos, no dejaramos de enfrentarnos una y otra vez, y que, al final, eso acabara conmigo. Sin embargo, ahora sé que yo soy como una espada y él, como una piedra de afilar...
Soy demasiado fuerte para romperme con facilidad, y él me convierte en alguien mejor, más perfecto, cada vez que me toca.
