CAPÍTULO II

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La oficina del abogado Selt es, claramente, más grande que mi departamento, sus muebles son tan lujosos, de un color café que combinan a la perfección con los ojos del impresionante hombre que se encuentra del otro lado del gran escritorio.

-Bien, señorita Solé, dígame en qué puedo ayudarla, recuerde que el tiempo lo tenemos contado - me dice con una voz ronca que hace que los vellos de mi nunca se erizen.

-Quisiera que me contara sobre su experiencia en el ámbito jurídico, algunos asuntos relevantes en su vida profesional, ya sabe, datos referentes a... Usted- me detengo un poco ya qué una sonrisa burlona se ha formado en sus labios... esos labios.

-Alguien no hizo la tarea completa- me dice mientra acomoda las mangas del saco de su traje.

Trago duro. ¿De qué me perdí?

-Mi empresa, como habrá notado, se llama Selt Company, es una de las más poderosas a nivel mundial en cuanto a cuestiones petroleras se trata, estamos ubicados en distintos continentes, y bueno, esta vez he venido a probar suerte aquí en Norteamérica- sonríe con suficiencia- Yo no me dedico a litigar, aunque soy abogado, prefiero dedicarme a los asuntos corporativos que le competen exclusivamente a mi empresa, soy Presidente de mi propia compañía y me gusta que las cosas se hagan como sólo yo lo dicto.

Sus palabras me han dejado boquiabierta, si ésta es su compañía y ya tiene un buen renombre ¿a qué edad habrá comenzado a trabajar en su imperio?.

-¿Qué edad tiene? - la pregunta sale de mi boca mucho antes de que mi cerebro procese la información.

El abogado Selt sonríe de una forma única, él sabe el efecto que causa en las mujeres, él obtiene lo que quiere.

-Tengo treinta y dos años - me dice con una sonrisa torcida. - ¿Y ustedes, señorita, qué edad tiene? - me pregunta mientras ladea levemente su cabeza.

-Yo yendo veintidós años, señor - le digo con una sonrisa nerviosa.

-Vaya, que bien que... -

Si oración se interrumpe ya que  alguien llama a la puerta y después de unos dos segundo ésta se abre y Sonia - la ultra maquillada secretaria - aparece en nuestro campo de visión.

-Señor Selt sus clientes se encuentran en la sala de juntas- le dedica una mirada coqueta al abogado y ni siquiera se vuelve un poco hacia mi.

El abogado Selt sólo le dedica un asentimiento de cabeza y ésta sale inmediatamente de la oficina moviendo de una manera exagerada sus caderas. Él me mira nuevamente.

-Me temo, señorita, que esta charla ha llegado a su fin- me dedica una media sonrisa y entonces, se pone de pie.

Yo como acto reflejo imito su acción y le sonrio de vuelta.

-Muchas gracias señor Selt, su atención ha sido de gran ayuda- le digo en voz bajita.

-No hay de qué, déjeme acompañarla a la puerta- me guía hacia la gran puerta blanca- que pase un día excelente señorita Solé,- y yo simplemente asiento.

Me encamino con pasos torpes al elevador y el último vistazo que tengo del décimo piso, es la de un hombre sumamente apuesto, que me ve intensamente.

Cuando salgo del edificio me doy cuenta de lo afortunada que fuí, pero la realidad me golpea casi tan rápido como empiezo a caminar.

Esta entrevista no servirá de nada porque realmente no me brindó la información que yo quería. Me cacheteo mentalmente y emprendo mi camino a la parada de autobuses.

Cuando llego al departamento el olor a comida recién elaborada, o en el proceso de elaboración, hace rugir a mi estómago. A Less siempre se le ha dado bien eso de cocinar, de no ser por ella, yo seguramente ya habría muerto de hambre.

-Hola Less, ya volví - le digo con una sonrisa mientras me siento en una de las sillas del comedor.

-Bien, llegas a tiempo, la comida está casi lista- me contesta con su voz bajita como siempre- ¿Qué tal el día? ¿Cómo te fue con el abogado famoso de la ciudad?- lo dice con un toque gracioso que solo ella sabe emplear.

-Bien, aunque no es como yo lo imaginaba- los recuerdos de Samuel Selt aparecen en mi memoria y dejo escapar un sonoro suspiro.

Less lanza un chiflido y mueve sus cejas de arriba para abajo.

-¿Así que el señor Selt no es como lo imaginabas, eh? - una risita nasal se le escapa.

-Ni siquiera es como un señor ¿sabes? Es joven aún, tiene treinta y dos años y ya es dueño de una de las compañías más grandes del mundo- le digo con asombro en mi voz, y es que, Samuel Selt es una person de admirar, en tan pocos años ya tiene todo un imperio a su merced. Qué increíble.

-De acuerdo, no quiero escucharte hablar de tu admiración por ese señor- rueda los ojos mientras pone un bowl con la comida que ha preparado al centro de la mesa, yo me levanto por unos platos y vasos mientras siento como Less me sigue con la mirada.

Después de cenar, sí cenar, porque cuando nos dimos cuenta ya eran casi la nueve de la noche, me adentro a mi habitación, y una vez ahí me quito la ropa que use en todo el día y la sustituyo por un  short rosa y una playera de tirantes azul que es mi pijama, tomo mi laptop y lo primero que tecleo en el buscador es 'Samuel Selt', el Internet me arroja información que sólo tiene que ver con artículos relacionados a hombres millonarios, acciones de empresas y lo poderosa que es Selt Company.
Busco en las fotos y encuentro algunas imágenes del millonario con el que sostuve una charla el día de hoy, siempre luce tan elegante, seguro... Inalcanzable. Y entonces me pongo a pensar en cuantas mujeres han pasado por su vida, seguramente mujeres despampanantes, igual de poderosas que él... Me obligo a cerrar todas las pestañas y acomodarme en mi cama para poder conciliar el sueño.

Pero esta vez la última imagen que se atraviesa en mis pensamientos son unos ojos color café, y entonces caigo rendida.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2019 ⏰

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