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En realidad, ambos duendes tardaron casi un día entero en descansar (asearse y sentirse limpios, les otorgaron ropa nueva de colores chillones y decorado con lineas verticales oscuras al estilo de los nobles de Lighthold, y dormir cuanto pudieron).

En su segundo día en la capital fue cuando se llevó a cabo la cena que Farendall les prometió.

La mesa era enorme, demasiado grande, teniendo en cuenta que solo comían dos duendes y un elfo: Goblius Goroblin, Horiól y Farendall II. Las paredes y techos tenían una arquitectura gótica y detallada además de una suave iluminación cuyos colores cambiaban de manera lenta pero sin molestar a los presentes, el mantel parecía experimentar los mismos cambios de color que la sala, -(magia)- pensó Goblius.

En la sala habían varios sirvientes, todos ellos elfos y muy silenciosos. En una de las veces que la puerta se abrió, Goblius creyó visualizar un gran numero de guardias patrullando, armados y en alerta, en el exterior. La habitación era como un gambesón, pero la cota de malla no andaba lejos.

Farendall se mostraba amable y tranquilo, Y Horiól, lavado, pulido y arreglado, poco reconocible en su nueva ropa con un cabello recortado, lavado y peinado, se sentía incomodo, pero apenas se atrevía a decir alguna palabra y mucho menos quejarse en presencia del emperador, a quien observaba disimuladamente con atención como cambiaba de cubiertos y su perfección al comer.

La comida resultaba extremadamente gustosa, pero sobrecargada de especias, tanto, que Goblius se vio incapaz de identificar su verdadero sabor.

Farendall, vestido con la suntuosidad de un gobernante, mostrando un bondadoso rostro y sincera sonrisa observó:

-Quizás pienses que su sabor es diferente al que recordabas, y no andas mal, el anterior jefe de cocina falleció hace un par de años y su sucesor ha perfeccionado tanto sus platos como el origen de los ingredientes, todos son propios de las granjas privadas de Lighthold-

-Todo lo que nos has servido es de primera calidad Emperador, de eso no hay duda y se lo agradecemos. Aunque como bien ha dicho, no es el anterior jefe de cocina, y eso se nota en su sabor- Respondió irónicamente Goblius.

Pero, en su interior estaba maravillado por el sabor, era mucho mejor que en su tiempo en la corte, pero, si se dejaba llevar por ello estaría aceptando su propia derrota ante Farendall y era algo que no podía permitirse. A fin de cuentas había sido obligado a verle con prisas pero la tranquilidad de la sala le preocupaba.

-¡Esta comida esta deliciosa!- Grito Horiól por intuición y rápidamente se tapó la boca y agachó la cabeza avergonzado.

Goblius le observó molesto y con seriedad, había echado a perder el plan que le había comentado poco antes donde no debían ser sinceros con el emperador, pero lo dejó pasar, Horiól aun era joven y ciertas acciones se le pueden escapar. Por otra parte, Farendall rió ligeramente al observar la escena

-Veo que ya terminaste tu plato Horiól, ¿te apetece mas?-

-Eh...n...muchas gracias, pero estoy lleno...emperador- Dijo el joven duende cuya pregunta le había atrapado descuidado.

-¿Te gustaría conocer la ciudad?

-¿Como?- Respondieron al unisono ambos duendes

-Mi mujer, la emperatriz Cercilia va a reunirse con diversos nobles en la Universidad Kenryoku y aprovechará para pasear por la ciudad una vez acabe. Quiere llevarte con ella para...-

-No-Goblius irrumpió con sequedad, y añadió -Emperador, agradecemos la amabilidad de la emperatriz pero Horiól no podría soportar la rutina que vosotros seguís-

Historias De Elvirion "Corrupción"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora