Capitulo 4.

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Aunque las explicaciones de la pequeña hada no habían sido tan claras o extensas como le hubiese gustado, JongHyun (en medio de su temor por haber perdido algo tan valioso como lo era la cordura) aceptó ayudarle.

Había entendido algo sobre un sujeto llamado KiBum y su búsqueda. Y que al parecer la pequeña muchacha lo había perdido de vista en su caída, la cual había sido en conjunto con él desde un principio. Además de eso, Ilay no quiso decir demasiado sobre de dónde venían ni como cayeron, solo habló de un portal y que necesitaba, necesitaba, encontrar al muchacho.

JongHyun pensó que tal vez se merecía más explicaciones que esa si iba a meterse en algo como aquello. Y pensó, también, si en realidad no se había drogado por primera vez anoche y no lo recordaba.

Pero como al parecer estaba realmente despierto y se sentía físicamente normal, no pudo seguir tratando de justificar lo que estaba pasando. Él estaba viendo lo que estaba viendo, iba a ayudar a un ser que parecía sacado de un cuento, y no había pellizco disimulado que hiciera que todo aquello se desvaneciera.

Por lo tanto, finalmente cayendo en la idea de que simplemente había que creer, y sin verdadero tiempo para un desayuno, se inclinó frente a la chica y le ofreció su mano. La verdad es que estaba un tanto preocupado por su estado físico luego de verla caer. Pero según había dicho la peli-azul, el tal KiBum no podía estar lejos.

Un tanto temerosa, el hada se subió a la mano del otro y dejó que la llevara hasta el borde de la cama donde le permitió un mini descanso de un par de minutos. El gran hombre le dijo que necesitaba al menos un cambio de pantalón si iban a ir mucho más lejos del jardín, porque con aquellos pantalones de pijama, celestes, rayados, se vería ridículo.

Aquello le sacó una pequeña sonrisa; el tipo era simpático y más amable de lo que esperó en un humano. No quería meter a todo un mundo en una bolsa, pero había demasiados rumores por ahí que terminaban asustando un poco a los seres más pequeños.

Y tal vez estaba siendo inocente ahora, pero no se sentía mal.

Finalmente, cuando JongHyun apareció con sus pantalones cambiados y la cara lavada, todo lo que llenó su mente fue KiBum.

~ ♥ ~

Estaba de pie frente a la puerta y ese era su primer paso. Podría verificar que hubiese o no hubiese alguien en casa, abrir la puerta si la respuesta fuera negativa y-no. Era temprano a la mañana, era muy probable que hubiera alguien ahí. Pero lo bueno es que estaría durmiendo. ¿Cómo deslizarse por la casa de dos pisos (color blanco, si le preguntaban), buscar a Ilay y salir sin que se dieran cuenta? No necesitaba gritos ni ataques. Y lo peor es que estaba tan cansado por los previos acontecimientos, no sabía qué tanta energía le quedaba para usar su magia.

Piensa KiBum, piensa.

No podía estar perdiendo el tiempo, y tampoco quería levantar sospechas si alguien por ahí lo veía merodear. Necesitaba ser rápido y astuto. Por ello decidió alejarse de la puerta y mantener la calma, pensar.

Pero antes de que su mente procesara lo suficientemente rápido, y pudiera dar más pasos que un par, sintió el sonido de la puerta tras su espalda. En aquel momento no pudo más que congelarse en su lugar, no pudiendo encontrar donde esconderse ni tampoco cómo salir corriendo a tiempo.

No hay nadie a estas horas de la mañana, no tienes que estar escondida.

La voz del propietario de la casa abundó en el silencio mañanero, donde solo algún pájaro se oía. KiBum, todavía quieto, escuchó la interrupción de los pasos solo un instante después.

— Uhm... ¿Hola?

Ahora su voz era confusa, y más silencio dejó en el aire la boca sin excusas del mago. ¿Qué debía decir? ¡¿Dónde estaba su excusa para estar allí parado como un tonto?!

Piensa, piensa, piensa.

Se rasca la nuca con nerviosismo y poco a poco se voltea despacio. Un par de ojos grandes lo miraban esperando. Y el dueño de los mismos, con un curioso cabello platinado, parado bajo el marco de la puerta y con ropas casuales, se encontraba medio alerta y con una mano en el bolsillo. ¿Tenía un arma?

— Yo... Uhm... estaba-

— ¿KiBum?

Esa voz. De repente el susodicho se puso alerta; sus ojos y oídos tratando de localizar a la vez de donde venía.

Ese humano.

— ¿Ilay? ¿Dónde estás?

— Estoy aquí, KiBum, en el bolsillo.

Y mientras lo decía, JongHyun, seguro de que su búsqueda concluyó demasiado rápido pero eficientemente, quitó la mano que protegía al hada y la dejó asomarse.

Así que aquel era el tal KiBum: curiosamente más alto que él. Tenía ropa bastante común aunque un poco sucia, toda en tonos oscuros; y una especie de sobretodo que le llegaba hasta las rodillas. El cabello rubio, brillante. Con un par de ojos afilados, casi de aspecto felino, que al comienzo eran cafés y ahora brillaban en tonos dorados. La nariz pequeña. Parecía delicado, de piel clara y sin imperfecciones, si no contaba los raspones en su cara. Le recordaba a los muñecos de porcelana.

Pero cuando vio las ondas de energía en las manos apretadas del chico, no estuvo seguro de si eso era tan bueno. O de si en realidad era tan delicado.

El grito de Ilay se lo confirmó.

— ¡No, no! ¡KiBum! ¡Tranquilo, es una buena persona! ¡KIBUM! 





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Atardecer sobre tus hojas [JongKey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora