IV.- Decisiones

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Regresé después de dos años...
Si seguimos así, nos veremos dentro de dos años, de nuevo.

¿Pueden creer que ya tenía este capítulo escrito y nunca lo publiqué?

Disfruten mientras puedan.
****

Los miembros del consejo entraban a la sala, en donde se iba a realizar el debate de la permanecía de la Omega que invadió su territorio. Muchos mostraban seriedad ante el asunto, mientras que otros solo les importaba su beneficio, ¿Qué podrías querer de la omega? Aunque tal vez, cuando entraran en celo, podría ser de gran ayuda, pero obviamente Tiffany estaba para impedirlo.

-Yo creo que debemos matarla- opinó uno de ellos -Una Omega significa muchos problemas.

-No estoy de acuerdo- opinó otro -Yo creo que nuestro Alfa y la futura Alfa podrían arreglar este asunto- al menos había alguien sensato -Ellos son capaces de...

-¡No!- gritó Dongwan -¡¡Tiffany es incapaz!! Ella golpeó a mi hijo, debemos exiliarla junto con la Omega y...-

-No puedo creer que ya estan poniéndose de acuerdo sin nuestra presencia- Tiffany entraba con furia al salón, mientras que el Alfa la seguía de atrás y se sentaba. Se podría decir que Tiffany tenía más carácter que el propio Alfa.

-Alfa- los miembros del consejo hicieron una reverencia

-Es hora de comenzar el debate sobre la permanecía de la omega- fueron las pocas palabras del Alfa.

Después de algunos minutos, se pudo llegar a un acuerdo, del cual, Tiffany lo había tratado de cambiar, aunque sería la futura Alfa, todavía no estaba al mando de las decisiones conjuntas del consejo y de su padre.
Uno de los miembros la miraba con una sonrisa burlona, él odiaba con todo su ser lobuno, todo porque la futura alfa sería mujer y porque tenía la idea de que su hijo sería un mejor Alfa para la manada Hwang, pero era algo imposible, a la falta de que Tiffany muriera.

—Sigue riéndote y te romperé todos tus putos dientes, viejo decrépito— La Hwang lo fulminó con la mirada y se retiró de ahí con pasos firmes, necesitaba encontrar a su Luna para poder relajarse, sabía que con solo mirarla a esos ojos hermosos su furia contra aquel miembro del consejo se acabaría.

Irene Kim miraba con diversión lo que le había hecho a Jessica, quien se encontraba llorando pero de risa, algo no muy común en la pequeña y última Jung, pero aquellas anécdotas contadas por la chica de cabellos marrones hacia que la loba de la manada extinta olvidara sus problemas y se concentrara en la historia.

—¿Entonces se rompió el colmillo por masticar una piedra rosada?— La Jung preguntó con diversión.

—Sí— Irene se tapó la boca en señal de discreción —Ella pensaba que era un dulce en color rosa, pero no contaba con que Tae había pintado esa piedra para jugarle una broma—

—¡Wow! Yo no caería en ese tipo de bromas— Jung volvió a mostrar su sonrisa.

—La futura alfa era joven y todavía algo ingenua— A pesar de que Irene se burlara de la Hwang, le agrada y toda burla era porque era parte de su naturaleza.

—¿Y qué pasó con la Tae que mencionas? ¿Ella está en esta manada?—

—Eso...—

—Luna— un fuerte sonido retumbó en los oídos de Jessica, que la hizo cerrar sus ojos por el miedo que sintió, al abrirlos, se dio cuenta que la de cabellos de colores era golpeada por la futura alfa. —Te dije que te alegaras de ella!— gritó furiosa mientras seguía propinándole golpes en el pecho.

—Te dije que no me mandas— contestó como pudo Irene.

—Tiffany— Jessica reaccionó y se acercó para apaciguar a la futura alfa, pero esta en su distracción por desquitarse con Kim golpeó levemente a Jung, aunque debido a su  fuerza como futura alfa hizo que su Luna retrocediera algunos pasos y cayera al piso.

—Luna— Tiffany se dio cuenta de su estúpida acción y se levantó para ayudar a la persona con la que pasará el resto de su vida, pero fue rechazada con un movimiento negativo de la menor de ahí.

—No te me acerques— su rostro reflejaba miedo y preocupación, y cada sentimiento reflejado en su rostro era sentido por la Alfa.

—Discúlpame, yo...— un empujón cortó sus palabras, la causante solo salió furiosa de la habitación de la alfa, ademas odiaba ver las interacciones de la tal vez futura pareja.

—No te disculpes, es tu naturaleza ser así, pero no te me acerques, me das miedo— sus palabras fueron un gran detonante en el cálido corazón de la alfa, ¿Acaso esto era un rechazo? —Yo... yo no sé tratar con lobos como tú, fui criada tradicionalmente y solo he podido interactuar con muy pocas personas y esto es demasiado para mi, me da miedo tu actitud violeta— uno... dos... tres... susurraba la alfa, estaba lista para el rechazo de su Luna, esto quería decir que se prepararía para vivir sola toda una eternidad, nunca sentiría amor por nadie más, su alma se consumiría por el rechazo y tal vez se convertiría en un demonio, pero todo aquel pensamiento que pasaba por su mente fue interrumpido por la llegada dos miembros de la manada.

—Futura Alfa— dijo aquel joven con aspecto juvenil —Venimos a llevar a la Omega a donde se la ha asignado— hizo una reverencia, para después, girarse y mirar a la chica de la manada exterminada —Sígame, por favor— Jessica se quedó impresionaba por aquel chico, era más joven que ella, pero cada palabra que decía era de forma segura.

—¿A dónde la llevarán?— dijo con dolor al ser separada de su Luna.

—A unas cinco cabañas de aquí— respondió el otro hombre, aunque este era mayor que la alfa. Esta última solo asintió y apretó sus labios para que ninguna palabra saliera de ella, porque se vería perjudicada y arruinaría su imagen delante de su Luna.

—Bien— Jessica asintió y se dedicó a seguirlos porque ellos ya se encontraban camino a la salida. Aunque antes de retirarse volteó y conectó mirada con la futura Alfa, quien se encontraba apretando los puños en señal de furia. —Adiós, Tiffany—

Adios, Tiffany...
Adios Tiffany....
Adios Tiffany....

¿Acaso era una especie de rechazo? Jessica la había rechazado, ¿Verdad? Porque sentía como su corazón se apretaba y el dolor que sentía no era a comparación de nada de lo que había pasado, ¿Había perdido a su Luna antes de que fuera suya? Oh no... no la perdería tan fácil, no antes de tratar de conquistarla.
Aunque para ser sincera siempre pensó que cuando conociera a su Luna, esta se enamoraría de ella al instante y serían felices para siempre.

Pero no, la vida real no eran tan sencilla.
Este no era un maldito cuento de hadas o u otro tipo de historia, esta era la vida real y lucharía hasta el final.

—Serás mi Luna, Jessica Jung— se propuso y miró su techo para suspirar —Me costará pero lo lograré—.

***
No prometeré mi regreso porque nunca acabo de cumplirlo.

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