Parte I

280 49 20
                                    

[Advertencia: Este twho shot relata la historia amorosa entre Yoongi y Jin en la historia If you were me - When I saw you (Jikook), de modo que, cualquier situación que no entiendas, sugiero las leas en las historias antes mencionadas.]



POV Yoongi

Tú y yo no estábamos destinados. No es algo en lo que piense muy a menudo, pero tú Jin, nunca fuiste una opción.

Estaba inhabilitado emocionalmente después de mi ruptura con Jungkook... Es que yo lo amaba muchísimo. De esa clase de amor que sabes jamás se irá, y que por mucho que trates de destruirlo, negarlo, quemarlo, seguirá a medias tientas, vivo, sobreviviendo en algún lugar.

No me creas tonto, por favor Jin. Entiendo que a veces el humano es idiota y no sólo se enamora de una persona, sino también de lo que percibe del mundo. No espero que entiendas, pero mi amor por Jungkook tenía sabor, olor y un no sé qué que es difícil de reemplazar.

No busqué reemplazarlo por supuesto. Sabía muy bien el lugar que tenía en mí y si no podía alejarlo construí un sitio en el que permaneciera quieto, tranquilo, como uno de esos viejos recuerdos de niños que atesoras en una caja empolvada o en un baúl.

Lo impresionante de todo, es que, a pesar de saber que tenías sentimientos por mí, nunca intenté decirte que no tenías posibilidad alguna conmigo. Quizás por que si lo hacía temía que tomaras distancia y me viera aún más solo. Pero ese egoísmo en algún punto se transformó sin saber cómo, en un profundo e inmenso cariño.

Y sabiendo que eras más guapo que el común de la gente había algo en tu inusual alegría que comenzó a llamar mi atención.

La primera vez que te vi, pensé que eras un tonto. Un tonto que me sacaba un año más, y si accedí a darte mi número de teléfono aquella vez en la casa embrujada seguramente fue una jugarreta de la vida, porque hasta el día de hoy sigo sin saber por qué lo hice. Tu risa me daba escalofríos, y para mi pesar, tus chistes no lograban hacerme ni sonreír, por mucho que intentaras. Así que, como soy bueno pillándole el rollo a la gente, y porque estaba deprimido por la ruptura y por el silencio que Jungkook había dejado en mi departamento acepté tus invitaciones. Simples y muy poco insinuadoras, hablabas acerca del trabajo o de las cátedras que habías tomado al comenzar tu magister. Un chiste, dos chistes, reías, aplaudías esperando alguna reacción en mí, hasta que – por lástima las primeras veces – me obligaba a estirar los labios. Seguramente sabías de ese acto forzoso.

Así que dejaste de invitarme un tiempo, y comenzó a preocuparme que tu fachada de niño guapo siempre feliz fuera una farsa.

Fue un día, después de dar clases en la universidad, que te pillé en pleno invierno, apoyado en tu volvo negro en el estacionamiento.

Llevabas el cabello marrón revuelto y tus ojos lucían desorientados. Ese día no sonreíste al verme, ni hiciste el gesto de querer aparentar que estabas bien. Debe haber sido la primera vez que fijé mi mirada en tus abultados labios, como si aún no pudiera creer que todo rastro de bondad hubiese desaparecido, o creyendo que el motivo por el cual solías sonreír más – aunque suene vanidoso, yo- en ese momento no te bastara.

Hubo algo en aquella luz, que aún no había sido capaz de ver, que empezaba a desvanecerse.

Recuerdo haberte tomado de los hombros y haberte sacudido. No sé si lo hice porque estaba molesto o porque el brillo en tus ojos no respondía como de costumbre, sin embargo te tomó más del tiempo que había estimado volver a la realidad, y aunque negaste con la cabeza hasta que tus ojos reposaron en los míos con repentina contrariedad, no supe si la sorpresa en tus facciones se debía a que te habías encontrado nuevamente con el chico al que habías dejado de invitar una taza de café caliente, o por consiguiente, porque no me querías a tu lado. Pero Jin, tu esencia fue siempre ser amable, y dijiste que subiera al auto, que me llevarías a mi departamento.

Arrugué los ojos y eché mi abrigo en los asientos traseros del auto, y a pesar de que ese día no hablaste como de costumbre y parecías no querer mirarme, no dejé de observarte por el rabillo del ojo.

Ese día no hubo chistes, ni reíste, sólo aparcaste cerca de la acera afuera de mi hogar y esperaste que bajara, mientras mi estómago dolía de algo raro. Recuerdo la sensación de querer decir algo más que gracias, también recuerdo haber rebuscado en mis memorias algún chiste que no supieras para que, si me animaba, pudiera decirte y al fin tus labios rosas, abultados y brillantes volvieran a estirarse. Pero no lo hice, y antes de cerrar la puerta trasera al coger mi abrigo sólo dije: Gracias, Jin.

Por la noche mi departamento se sintió más pesado. La ausencia de Jungkook era ensordecedora, no había nadie en el espacio arrastrando las pantuflas ni quejándose de los quehaceres de la universidad. Había algo más, algo más que la falta que me hacía Jungkook esa noche, y fue tu silencio, que parecía estrechar las paredes de la sala de estar hasta que me sentía ahogado y asfixiado. Y eso que no estabas ahí. Pero recordar tu rostro alicaído...

Sin embargo, me obligaba a reparar en Jungkook. Creía que mi desdicha había sido por aquel beso que yo mismo había osado a darle a modo de despedida. No era por ti, ni porque no me hablaras, ni me contaras chistes, ni me miraras. No, no, no eras tú.

Días después revisé mi celular sagradamente al despertar. Ningún mensaje de buenos días, ninguna llamada perdida. Tuya, digo. Es que de pronto parecía que me había acostumbrado a esa especie de rutina que tenías conmigo, pese a que yo no fuera capaz de responderte. Sabía que era egoísta, que tenerte ahí de algún modo me hacía sentir acogido, pero yo no estaba dando nada a cambio porque, Jin, creía haber amado tan fuerte, que una parte de mí, una parte importante se había ido al romper mi antigua relación.

No nos encontramos ni hablamos dentro de dos semanas. Volví a la cafetería de la universidad luego de mi media jornada en el trabajo. No tenía que dar clases, pero ir a ese lugar en pleno invierno me hacía sentir menos solo, más calientito. Pedí un Americano grande y me senté en una mesa apartada del tumulto de estudiantes. El vapor humeante jugaba en el aire generando ondas extrañas mientras yo calentaba mis manos alrededor del vaso. No recuerdo bien, pero apareciste de la nada, o yo no te esperé llegar. Vestías un abrigo café, una camisa celeste y jeans desgastados. Te sentaste frente a mí con un vaso de té sin saludar y te quedaste mirándome como si se te fuese el alma en el acto.

— Voy a decirlo. — murmuraste. Tus labios se movieron tan rápido que no estuve seguro de haberte escuchado bien. Abrí la boca, pero antes de que pudiera hablar apartaste la vista. — Tengo 26 años, te conocí con 24. Sabía que estabas enamorado de alguien más en ese entonces, ha pasado tiempo, Yoongi. No voy a seguir apretujando mi corazón, ni a reprimirlo ni a pedirle que deje de saltar cuando te veo. — Me sentí tan avergonzado al saber que te estabas confesando como un niño de 15 que me hundí en el asiento. — Te encontré atractivo e interesante al conocerte, y todo eso en ti se incrementó cuando empezaste a aceptar mis invitaciones. Sin embargo, supe todo este tiempo, que estabas dañado por la ruptura con Jungkook, y me limité a seguir mi camino sin insinuar nada de lo que sentía, aunque supongo tú ya lo sabías, porque soy demasiado obvio. Ya se lo he dicho a él, porque me dolía el pecho seguir negándolo, se lo he dicho a Jungkook, y parece pertinente que se lo diga a la persona involucrada: Yoongi, estoy enamorado de ti. Pero no espero que digas algo al respecto, porque sé bien cuál es la respuesta o el comentario que harás. No estoy esperando una bienvenida, ni quiero que me rechaces, así que, tomaré mi vaso de té, me pararé y te dejaré ir, sabiendo que te abrí mi corazón y expliqué mis sentimientos. Tú no estas preparado para otra persona, y entendiendo eso, dejaré de insistir, y te soltaré.

.

.

.

Eso hiciste, no dejaste que hablara, tomaste tu vaso de té y te marchaste.

Tenías razón Jin. No estaba preparado para alguien, ni mucho menos para ti.

Egoistic [YoonJin] IYWM TwoShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora