—Entonces...—Sólo somos amigos. ¿Por qué? —Contestó, sin dejar de ver su almuerzo.
Vete a la mierda, Agreste.
Él sólo sintió ese chorro de agua en su rostro antes de verla con amargura, percatándose de que se levantaba e iba como si nada.
—¡O-Oye! ¿A dónde vas?
—Vete a ver si una de tus putas te da mejor rendimiento, Agreste.
Cerró la puerta del restaurante y decidió irse a casa.
Se sentía destrozada, inútil. Se sentía una de las mujeres menos suertudas en el mundo.
¿Amiga? ¿Era una amiga? ¿¡En serio!?
¿Qué pasó con su romance? ¿Y todo lo que sentía? ¿Fue simplemente un pasatiempo más? ¡Ahg!
El sentimiento de ardor en el pecho, sintiendo que el nudo en la garganta no la dejaba ni respirar. No iba a llorar en medio del camino mientras el taxi la llevaba a su casa, claro que no. Ella mantenía su reputación al margen sin que nadie la tomara como idiota. Claro que antes de lo ocurrido.
Llegó a su apartamento, cerrando detrás suyo la puerta. El dolor era tanto que al solo tirarse al suelo, su llanto desgarrador salió disparado.
¿Por qué se sentía de esa manera? Era bastante obvio que el rubio terminara siendo sólo un amor imposible como todos los anteriores. Pero, ¿por qué tenía que terminar de esa manera?
Pasó la media hora hecha un ovillo pegada en la puerta, sola, deprimida, realmente decepcionada de lo que acababa de pasar.
¿Y qué mejor que un Martini frío después de una tragedia?Después de haber terminado con su llanto, teniendo sus ojos realmente rojos e hinchados -y al sentirlos pesados-, fue a su cocina a limpiar la mucosidad de su nariz con servilletas, tomando después la botella del estante que tanto amaba. Tomó una copa cualquiera y se sirvió hasta casi al tope de éste, dándole un gran trago hasta el punto de casi dejarlo vacío. Volviendo a servirse a la misma altura.
Estaba sentada en el sillón, ya se había quitado su abrigo y solamente llevaba un vestido negro el cual hacía ver su increíble figura, de una tela tan lisa y brillante, satin se llama. Se había quitado su sostén para estar más cómoda consigo misma, descalza y con su cabello suelto que la hacía ver realmente bella.
Estaba un poco pasada de copas, llorando emocionada por el final del drama que estaba viendo en su televisión, un final que jamás iba a tener. Dejó la copa para empezar a beber de la botella, comiendo una lasaña que había hecho hace dos días cuando sus amigos la visitaron.
La puerta fue golpeada después de que el timbre había sido presionado.
—¡Lárgate, no hay nadie! —Gritó entre sollozos.
Obviamente, el visitante no obedeció, decidiendo tocar nuevamente.
—¡He dicho que no hay nadie, imbécil!
—¿Vas a dejarme aquí afuera?
La voz de Adrien sonó en su cabeza, sintiéndose extremadamente impotente por creer que después de haberle hecho tal cosa se atrevía a aparecerse frente a ella como si nada hubiese pasado.
Furiosa, se puso de pie, dejando la botella en el sillón, que se dejó caer cuando se puso ella de pie, expulsando lo que restaba de líquido. Abrió la puerta de golpe.
—¿¡Qué!?
El hombre la miró de abajo hacia arriba, observando su estado tan devastador. Su maquillaje escurrido y esparcido por las veces que talló su rostro. Lo había espantado, pero también lo había preocupado.
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𝑼𝒏𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 𝑨𝒛𝒖𝒍𝒂𝒅𝒐 [ Luka Coffaine ]
Fanfiction《¿𝘘𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦, 𝘈𝘥𝘳𝘪𝘦𝘯 𝘈𝘨𝘳𝘦𝘴𝘵𝘦? Después de tantas decepciones, lo único que haces es dejar que se junte con otras personas. Buscando ese amor que tú no das, buscando esas caricias, esos besos, esos abrazos que tú no te...