Alfa extraño (introducción)

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Sus hermosos ojos azules se asomaban por encima del libro de historia que sostenía apoyado en la mesa de madera, aún lado de los estantes llenos de libros donde "Su Omega", dueño de sus suspiros, revisaba las pastas en busca de algo interesante para leer... Había estado todo el día en busca de esa hermosa persona, sus manos sudaban y sus mejillas se encontraba rojisas por el nerviosismo de hablarle, pero ya se había decidido. Cerro su libro con lentitud mientras soltaba un suspiro. Al levantarse sus rodillas empezaron a cosquillear y sus muslos pesaban, como cuando después de un día de ejercicio te propones a bajar escaleras... Era horrible, pero necesario.

Apretó el libro contra su pecho y a cada paso que daba escuchaba su corazón palpitar contra el libro, el tamborileo parecía aumentar al mismo tiempo que sus pasos al principio largos y a medias decididos, se volvían cortos, suaves y a la vez ansiosos... La persona dueña de su sentir estaba ahí, de espaldas a él, tan cercana y tan lejana a la vez. Tragó grueso y miro sus opciones de nuevo, salir huyendo o dejarse de tonterías, sea cual fuera la consecuencia escogió la segunda opción, la que haría un cambio.

Sus delgaduchos dedos chocaron dos veces contra el hombro de "su Omega" dos golpecitos suaves como quien toca una puerta para pedir permiso para entrar. En seguida se vio envuelto por unos ojos castaños que lo miraban expresivos y sorprendidos.

—Steve... Hola, no te había visto ¿Ocurre algo?

—Am.. no Peggy, es solo que yo... Bueno, estuve pensando... y yo..— Su mirada se desvió hacia el suelo y ya no veía los ojos de la Omega, miraba sus zapatos de tacón bajo con punta, de color escarlata, mientras en su cabeza trataba de recordar el magnífico monólogo que hace apenas unos dos minutos se lo sabía hasta al revés, pero ahora parecía ni siquiera haber sido echo en un principio.

—Steve...

Sacudió su cabeza con molestia y resopló levemente irritado. Sin levantar la mirada avergonzado, libero unos balbuceos y levanto la mirada con una sonrisa... Triste, decepcionada.

—Nada, olvídalo por favor.

Salió de la biblioteca mientras Peggy lo miraba irse, por un momento ella quiso insistir y saber que pasaba, pero desistió pensando que tal vez era algo íntimo de contar y  él aún no se hallaba listo. Steve arrastraba sus pies mientras miraba las baldosas del suelo, mirando las manchas que el conserje ya no iba a poder quitar, deseaba concentrarse en eso a pensar en cómo se sentía respecto a lo de hace un momento. Odiaba ser tan inseguro, sentir miedo de mostrar su deseo de relacionarse por el terror a ser rechazado.

Prácticamente había vivido con eso toda su vida, era un Alfa extraño: Delgado, pálido, tímido... Un enclenque, la burla de... Pues prácticamente todos. No le había causado molestias más que el acoso que le daban los demás Alfas de su edad, y para ser honestos no le había importado hasta ese entonces, en el que de verdad se sentía interesado por una omega.

Suspiro y se limpio los ojos después de sentirlos irritados, detestaba sentirse tan inferior al resto de sus compañeros de preparatoria.

Iba absorto en sus pensamientos cuando sintió un suave golpe a sus espaldas, que lo desestabilizo y lo hizo ir hacia un lado. Miro hacia atrás y pudo liberar el aire que contenía ante la posibilidad de que fuera uno de los Alfas que continuamente lo atormentaban, en lugar de este se topó con una melena castaña y una sonrisa amable, era su amigo Bucky, un Beta que lo había acompañado durante casi toda su vida, su mejor amigo de infancia.

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