Era un día soleado, yo estaba en mi salón de clases recibiendo el último turno. Escuchaba la voz de la profesora parlar sin siquiera tomar un respiro. El reloj pasó a las 3, el timbre suena, todos recogen sus cosas y salen al exterior.
- Reina!- Me llama una chica con acento familiar.
- Midori, por qué has salido tan tarde?
- Esto... Demoré porque estaba charlando un rato con los profesores, ya sabes, temas de políticas y contradicciones territoriales.- Alza el brazo como una líder, apuntando hacia el cielo, dando un aire de autoridad, tal y como hacen los presidentes.
- No tienes remedio.- Empiezo a reír por sus graciosas poses.
Midori era la típica chica extrovertida que no le daba pena absolutamente nada, popular incluso entre los profesores, era más alta que yo y tenía un lindo cabello naranja claro con betas amarillas. En cambio yo era la pequeña del grupo, la que todos cuidaban, era pequeña de estatura con el pelo negro que me llegaba un poco más arriba de la cintura. Somos amigas desde hace mucho y nunca nadie nos a podido separar, cuando antes tenía problemas ella me defendía mientras yo lloraba a sus espaldas.
Ambas vamos de camino a casa, al llegar al cruce nos despedimos y tomamos por caminos diferentes. Al llegar a casa no encontré a mis padres, tomo un baño y me tiro en la cama para ver el televisor, luego me quedo dormida. Entonces una sombra surca mi habitación y se coloca detrás mío, me pone un cuchillo en mi cuello. Noté lo afilado que estaba, incluso tragar me podría llevar a la muerte en un instante.
- Silencio...- Me pide. Pensé que eso era algo obvio que debía hacer.
Otras sombras más caminan cerca de mi ventana. Un rato después esas sombras encuentran como entrar por la misma ventana y la persona del cuchillo se tira hacia ellos, apuñala uno a uno, siento como se parte uno de sus huesos de la costilla, lo deja inmóvil en el suelo y luego se encarga de los otros tres restantes, frívolamente va matando a cada uno como si de un arte se tratara, se divertía haciendo esto. A uno hiso que la cabeza le volara por los aires con tan solo un rose, este dio unos pasos más antes de caer al suelo y sangrar a borbotones. A el siguiente le cortó la mano para luego enterrarle el cuchillo por el estómago. Solo faltaba uno, antes de su enfrentamiento el chico movió su cuchillo asiendo que la sangre se esparciera por la habitación, entonces solté un gritillo momentáneo. Se lanza a su oponente a toda velocidad, haciéndole un corte ligero en la cabeza que hace desangrar sus sienes.
Estuve presente en todo momento de ese horrendo espectáculo, la cara se me contrajo cuando vi a los hombres tirados en el suelo. Cuando todo terminó se me acerca poco a poco.
- No te me acerques!- Le grito mientras me arrastró en mi cama, las lágrimas brotaron de mis ojos, no tenía ni fuerza para coagular ni una palabra, en el momento que sentí su respiración cerca de mí me desmayé.
Narra Jack
- Oye, despierta- hago una sentadilla a su lado, trato de despertarla, pero la maldita no se mueve.
La puerta se abre de golpe, y entran unos hombres armados, atrás de ellos al parecer los padres de la chica.
- Nicole: Reina!- Me levanto y me pongo junto a los policías, Nicole abraza a su hija, esta reacciona estúpidamente. No pude aguantar una mirada de asco hacia esa chica tan débil.
- R: Mamá...
- Jack: No debéis ponerme las esposas?- extiendo mis manos para q me coloquen los esposas.
- Rintaro: Gracias al cielo que estás bien.
Los padres le agradecen a la policía. Roguer el jefe del caso se dispone a explicar los hechos y porque mi presencia.