XIX: PASADO

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El Fandom de InuYasha y sus personajes no me pertenecen.

Advertencia: OoC.

Este capítulo esta completamente dedicado a InuYasha y Kikyō, si esto le afecta de alguna manera, favor de esperar el siguiente capítulo.

"El amor termina en traición, en cada ocasión"
-El cazador y la reina de hielo

-Debes tener los ojos completamente abiertos, Kikyō -Mizuki, la sacerdotisa que se encargaba de entrenarla se encontraba hablando mientras ambas caminaban por el bosque. La mujer consideraba que estar alejadas de la aldea era la mejor manera de entrenar y así evitar lastimar a alguien.

Ocasionalmente Kikyō solía extrañar a su abuela y los consejos que le daba antes de salir juntas a entrenar, con Mizuki era completamente diferente. La mujer era conocida por ser una de las mejores sacerdotisas de aquella zona, además de ser una persona sumamente estricta con las personas que entrenaban. Eran pocas las aprendices que aguantaban su ritmo de enseñanza, algunos desistían, terminando en otras aldeas en busca de alguien que les entrenara de diferente manera.

Kikyō sabía que su abuela podía entrenarla, que podía ensañarle demasiadas cosas y no dudaba de que aprendería a la perfección, pero ella quería más. Ambicionaba salir de aquella aldea, conocer más lugares y por eso estaba ahí, siguiendo a la sacerdotisa Mizuki por el bosque, cargando el arco y varias flechas para entrenar, sabiendo que regresaría cansada y que el día siguiente sería igual.

Siguieron caminando, subiendo la colina hacia el punto más alto cuando Mizuki desapareció de su vista. Kikyō se mantuvo seria en ese momento, no pareció temer y a su mente regresaron las palabras que la sacerdotisa le había dicho cuando ingresaron en el bosque: debía mantener los ojos bien abiertos.

Conocía el camino, sabía que ella estaba esperando que avanzara y llegara a dónde habían acordado. Siguió caminando, prestando atención a su alrededor, a los ruidos que los animales provocaban y tratando de identificar cada uno, pareció hacerlo bien hasta que una flecha cayó cerca de ella, sino hubiera reaccionado a tiempo estaba segura de que hubiera terminado con una gran herida en la pierna.

-Lo haces bien -felicitó la mayor, todavía sin hacer acto de presencia. Kikyō entonces tomó su propio arco para defenderse, porque estaba segura de que no sería la primera flecha con la que le atacaría-. Mantienes la calma, sigues el camino y no bajas la guardia. -Pero no es suficiente, todavía.

Lo siguiente fueron flechas disparadas hacia su dirección. Kikyō sabía que debía de esquivarlas, no tenía tiempo de contraatacar, además de que sus flechas eran menos que las de Mizuki, sin contar que ella sabía como dirigir varias al mismo tiempo y ella no había usado tantas en el entrenamiento con su abuela.

Creyó haber esquivado todas cuando las últimas terminaron lastimando una de sus mejillas, haciéndole un rasguño que se prologo hasta casi llegar a su ojo, el otro fue un rasguño en el brazo izquierdo y la última en su pierna derecha. Apretó los dientes con fuerza, recriminándose mentalmente por haber fallado en esquivar todas las flechas.

-La opción más viable era crear una barrera espiritual -le dijo mientras aparecía finalmente en su rango de visión. Sus ojos cafés le miraban con dureza, con aquella mirada que daba cuando impartía un regaño, cuando daba sugerencia de cosas que ya había enseñado y que esperaba sus aprendices ocuparan pero que no hacían porque en ese momento lo olvidaban-. Pero fue una buena estrategia -tuvo que admitir.

Kikyō comprendía que no era un regaño completamente, que no se había equivocado al tomar esa opción pero que no había sido la mejor, inevitablemente pensó que, si hubiera tenido que defenderse en serio o defender a alguien, se hubiera equivocado rotundamente, que hubiera terminado cansada y eso le hubiera dado una enorme desventaja como en ese momento.

Bajo el cerezoWhere stories live. Discover now