Único.

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Belleza.

La belleza es lo único que busca el hombre en una mujer.

Una mujer debe de ser femenina.

Una mujer debe de ser inteligente.

Una mujer debe de ser buena con su marido.

Así es, una mujer debe de ser una mujer.

Y ver a sus dos hermanas poco agraciadas volcarse por hombres en el balcón de su habitación era el espectáculo más ridículo y divertido al mismo tiempo que podía ver en esa vieja y aburrida casa.

JaeHwan tenía 15 años, el único varón que tuvieron la familia Lee antes de fallecer en un accidente con su carruaje, cayendo en el fondo de un lago. Esto llevó al destino de los tres hermanos a quedar bajo el cuidado de su más cercana tía.

Sentado en su pupitre balanceándo sus piececitos que colcagaban escuchaba los cuchicheos de sus hermanas adolescentes, las dos coqueteando con los hombres que pasaban por la calle.

<<Tontas, mis hermanas son unas tontas>>. JaeHwan se repetía una y otra vez en la cabeza cuando ellas irrumpian dentro de su guarida para estar en el balcón.

-Niñas, basta de tonterías y vengan a comer que se enfría el estofado.

-No tenemos hambre tía.

-Entonces vamos a comer Jae, de nuevo tú y yo.

-No quiero ser grosero tía pero tampoco tengo apetito hoy.

-¿Qué dices niño? También te pondrás del lado de esas bobas.

-Prometí a WonSik tracucirle estas historias de caballeros, tía.

-Bah, como quieran.

La anciana salió de la alcoba maldiciendolos por debajo de lo audible.

El pequeño JaeHwan entretenido traducía del alemán al coreano con audacia y es que no podía defraudar a su gran amigo y vecino, solo que si no fuera por las dos chicas taradas que hacían mucho escándalo, él hubiera acabado desde hace rato.

Enfadado y cansado decidió levantarse e ir a reclamar que se fueran de una buena vez, pues anteriormente lo intentó ganando solo una golpiza por parte de las dos brujas.

-¡Es suficiente! ¡Esta es mi maldita alcoba y si no se van pronto y-yo...

-Silencio hermanito que Min va a atrapar uno ésta vez, solo ve y aprende.- Le tapó la boca con la mano en un segundo.

Así es, ahí estaba, frente a la casa había una burda cafetería italiana y detrás de la barra un apuesto hombre de cabellos cortos y oscuros peinados delicadamente hacia atrás, su piel blanquecina hacía juego con las tazas de porcelana a su costado. Él observaba como un León a su presa en el campo.

JaeHwan pudo sentir su mirada tan pesada y penetrante sobre de ellos que por un momento pensó que se le caería la ropa de un tirón.

Se asustó.

Se asustó tanto que al querer volver dentro de la habitación tropezó con la alfombra haciendo reír a su hermana.

Esa noche las gemelas poco agraciadas entraron temprano pues la cafetería cerró horas antes de lo habitual, les enojó pero a su hermano le alegró.

Al final pudo seguir con sus traducciones, aunque fuera a la escasa luz de las velas. De un momento a otro como flashback la mirada de aquel joven le trituró la cabeza toda su velada, no podía quitárselo del pensamiento.

A la madrugada para distraerse un poco del recuerdo de la mirada felina quiso experimentar los primeros rayos del sol y comenzar el día de la mejor manera, se iría temprano de casa para no soportar a las dos niñatas feas.

En El Balcón (Keo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora