Capítulo 1

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Otra tarde más.

Otra tarde más aburrida en mi puesto de trabajo en la farmacia, detrás del mostrador. Las tardes se estaban volviendo tan inactivas que ya ni siquiera se necesitaban a dos personas detrás de la caja.

Revisé el reloj. Seis y cuarenta y cinco de la tarde. Aún me quedaban cuatro horas de aburrido trabajo por hacer.

Bufé y me agaché para volver a revisar y ordenar los medicamentos del cajón de abajo. Ya lo había hecho unas cuantas veces esta semana, pero no tenía nada mejor que hacer y cualquier cosa era mejor que estar parada estáticamente claramente aburrida.

Mientras ordenaba las diferentes cajas (esta vez por uso y no por orden alfabético) alguien carraspeó, requiriendo mi atención.

—Hola. ¿Puede atenderme usted?

Sentí que el aire se me quedaba a mitad de camino al oír el precioso acento británico del chico. Sus ojos verdes me miraban fijamente desde el otro lado del mostrador, y se mojaba los labios con la lengua mientras esperaba una respuesta por mi parte.

—Sí, claro. ¿Qué necesita?

—¿No es obvio?-Dijo él, señalando su cara.

Entonces me percaté de que tenía el ojo derecho morado y pequeñas heridas alrededor de este.

—Perdona, no me había percatado. —Dije yo, sonando absolutamente ridícula. Tiene los ojos en medio de la cara, ¿cómo no me voy a percatar?—. Pase por aquí, le curaré ese ojo morado.

Él no me respondió pero supe que me había escuchado cuando comenzó a caminar hacia donde le había indicado.

Su ojo morado parecía ser del grado leve, y él no había mencionado incapacidad de mover el ojo o dolor intenso. Pero tampoco es que hubiera mencionado demasiadas cosas desde su llegada.

Busqué unas compresas que ya estaban frías en el cajón y saqué de la nevera la cuchara de metal congelada que utilizabamos siempre que alguien venía con algún hematoma.

La mano me temblaba levemente del simple hecho de pensar que el chico (del cual ni siquiera conocía el nombre) me estaba mirando al otro lado de la habitación. Nos separaban no más de veinte pasos y su actitud "estoy enfadado con el mundo" me ponía nerviosa.

Me senté en frente de él. Su mirada era intensa, potente y cruda; lo cual no hacía mucho más fácil mantener mi cordura. No pronuncia ni una sola palabra respecto a mis manos temblorosas y se encontraba quieto como una estatua en su sitio mientras yo preparaba las cosas.

—¿Cómo te lo has hecho?—Pregunté yo, señalando su ojos morado.

Odiaba los silencios. No importaba si eran incómodos o no, simplemente siento la necesidad de ocuparlos con palabras a todas horas. Y el chico no me ayuda con la intensidad de su mirada y su falta de tacto y palabras. Mis amigos decían que tratar de rellenar los silencios con palabras era una mala costumbre por mi parte, y en parte yo también lo sabía; pero no podía evitarlo.

Él pareció dudar sobre qué responder. Fue durante una milésima de segundo, lo suficientemente efímera para que me preguntara si de verdad había dudado o si simplemente eran imaginaciones mías.

—Una pelea.—Dijo sin más. Yo asentí con la cabeza.

Cogí las compresas frías y las aplique en su ojo morado. Él gruñó la primera vez, pero después volvió a su faceta de "chico duro". Conseguí no hablar con él durante los quince minutos que aplique la compresa tarareando las canciones que sonaban de fondo en la farmacia. Él no comentaba absolutamente nada, simplemente me miraba cantar, sonriendo levemente cuando desafinaba o trataba de hacer una nota alta en un susurro. Me daba vergüenza que él me mirara cantar, pero más vergüenza me daba buscar conversación todo el rato con alguien tan inflexible.

Aplique la cuchara por su lado posterior en las diferentes áreas del hematoma para ayudar a los vasos sanguíneos a recuperarse de manera que su mancha no pareciera tan drástica.

Me pregunto en qué clase de pelea se habrá metido para terminar así. El barrio es bastante pacífico, y él no se veía como un tipo que es un camello en ajuste de cuentas con sus enemigos.

—Ya está. Pase por caja, le voy a recetar algunas cosas para ayudar a la recuperación.

Él asintió, levantándose de su asiento y dirigiéndose silenciosamente hacia la caja.

Tiré las compresas a la basura y deposité la cuchara en el lavadero. Acto seguido escogí un paquete de compresas frías y una caja de Tylenol que deje en la caja cuidadosamente, enfrente de él.

—Debería ponerse las compresas frías de la misma manera que he hecho yo durante un día entero, quince minutos a cada hora del día para ayudar a estrechar los vasos sanguíneos y limitar la hinchazón. El Tylenol es un analgesico para reducir el dolor que te puede ocasionar el ojo morado.

Él asintió, sacando su cartera y esperando a que yo le indicará cuánto me debía. En un acto de impulsividad aparte su cartera levemente con mi mano y le brinde una cálida sonrisa:-Invita la casa.

Espero que os guste la historia! La hago por diversión e intento que mi forma de escribir sea fresca, así que espero que os guste (:

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2019 ⏰

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