Una vez dentro
no puedo salir.
Un efímero encierro
que perdura sin poderse abrir.
Mi vida pasa en palabras
en esquemas ya memorizados,
ya asumidos,
que se vuelven golpes,
ya estudiados,
ya entendidos.
Y sube la marea
y quiere llevarselo todo,
me ofrezco de todas maneras
y hago caso omiso.
Yo, que le hablo con respeto
hasta a la soledad.
Yo, que aún te espero
y crezco pequeña maldad.
Yo, que aún te quiero
y me quiero despertar.
Yo, que solo pienso en abrazarte
y no puedo dejar de odiarte.
Yo, que solo intento
averiguar qué te hice.
Yo, que solo pienso
en lo qué me hiciste.
Yo, que os busco
en todas las canciones.
Vosotros, que me miráis
por encima del hombro.
Yo, que os justifico
en todas las acciones.
Vosotros, que calláis
y no me asombro.
Yo, que me conozco
hasta en mis sueños.
Yo, que me odio
hasta mis adentros.
Mi alma, que está
hecha huesos.
Tu mente, que ya
ni siquiera entiendo.
Mi mente, que
piensa demasiado.
Tu alma, que no
sufre como mi llanto.
Yo, que nunca te conté
que escribía poesía.
Yo, que ahora te dedico
de las mejores mías.
Yo, que dramatizo
lo más pequeño.
Yo, que no puedo huir
de mis sentimientos.
Yo, que te sigo con la mirada.
Sí tú, que te importa un carajo
Yo, que sufro toda perdida.
Sí yo, que hasta el ojalá te canto.
