Capítulo 1

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- Tierra llamando a Dalia, Tierra llamando a Dalia . -Sarah le dio un codazo para llamarle la atención.

- ¿Qué quieres? - Preguntó enojada.

- Mujer, yo que tú no estaría mirando embobada como si te fueras a comer al profesor. Seguro que hasta él se ha dado cuenta de las escenas eróticas que estabas pensando hacer.

- Yo no... - Pero su enrojecimiento la delataba.

Sarah era su mejor amiga y a la única que le había contado que, desde hacía dos años, tenía fantasías sexuales con su profesor de bioinformática. Estudiaba la carrera de Bioquímica pero desde que conoció al profesor Shawn Mendes  solía escoger la asignatura que impartiera, fuera o no de su carrera. Ya la metería en créditos de libre disposición si los necesitaba. Era una chica muy extrovertida con cabello corto y castaño oscuro. Tenía una figura de envidia y los chicos solían acercársele como las moscas.

En cambio ella no tenía tanta suerte, o mejor dicho, tampoco es que lo quisiera si tenía a ese profesor para ella sola en sus fantasías. Ella no era muy delgada, ni muy alta, ni muy guapa. Pertenecía según ella al grupo de las "ni muy", un grupo con el que calificaba a las mujeres que eran normales y no atraían demasiado a los hombres. Tenía el pelo por debajo de los hombros de color negro y sus ojos negros tampoco llamaban la atención. Procuraba arreglarse bastante y cuidar su aspecto pero no era algo que le importara demasiado si no tenía que salir a la calle. Para ella estar con una camiseta ancha y larga en su casa con unos calcetines era lo que más le gustaba.

La primera vez que se habían visto ella llegaba tarde a la clase y no se fijó en que el suelo estaba mojado. Sus zapatos eran nuevos y eso hizo que resbalara delante de la puerta y abriera ésta para caer frente a la clase. Lo peor de todo no fue el golpe que se dio en el suelo, porque no hubo tal, sino que cayó directamente en los brazos de su profesor, un hombre que la sostuvo con rapidez para que no se hiciera daño.

Cuando logró incorporarse y mirarle a los ojos dejando de murmurar una y otra vez disculpas se dio cuenta de que no podría encontrar a otro hombre como él.

De mirada intensa, sus ojos color verdes le hacían perderse. Su rostro era serio y firme, con un mentón cuadrado y una nariz algo torcida seguramente de alguna pelea que te indicaba que no era de los hombres con los que jugar. Este hombre iba en serio cuando quería. Y al haber estado tan cerca de él como ninguna otra, había podido notar que estaba bien dotado, tanto en su parte de arriba, con amplios hombros y un pecho musculoso, como por su parte de abajo, con una protuberancia que se le clavaba en el vientre, dura como una roca. Su pelo alborotado y de color dorado claro le llamaba tanto la atención como para entrelazar sus dedos en él. Y su altura, cuando se levantó, la superaba por cerca de veinte centímetros.

- ¿Ya vuelves a soñar? - Le preguntó Sarah sacándola de sus recuerdos.

- ¿Quieres callarte?

- ¿Por qué? Solo digo la verdad. ¿Por qué no le dices que necesitas una tutoría privada y te lo tiras?

- ¡Sarah! - Exclamó ella alarmada. Si en dos años no había podido dirigirle la palabra más que para lo necesario, decirle algo así solo la dejaría sin oxígeno antes de llegar a pronunciar la frase entera.

- ¿Qué? Te quedan dos meses para acabar la carrera y el curso y después... Chao hombre todopoderoso...

- ¿Crees que no lo se? Llevo marcando los días en mi calendario desde que empezamos el curso.

- Pues eres lo bastante mayor, y por lo que se ve él también, como para divertirse sin poner nada de por medio.

- ¿Y qué le dirán si se mete con una alumna? No voy a poner en peligro su trabajo.

- Reconócelo. - Acusó. - Te da miedo plantarte ahí delante y decirle que quieres una cita.

- ¡Por supuesto que no!

- Pues pídele una cita ahora. - Respondió Sarah cruzándose de brazos. Dalia  se sonrojó y se mordió el labio inferior, algo que hacía siempre que se ponía nerviosa.

- No voy a pedirle una cita... - Murmuró.

- Perfecto, señorita Dalia . Entonces quizás pueda seguir con mi clase sin escucharla conversar con su amiga.

Dalia  levantó la cabeza para ver delante de su mesa al profesor Mendes  con un gesto de desaprobación. El enrojecimiento le abandonó y la palidez fue su nuevo color para la piel. Sintió que la vergüenza caía en picado sobre ella y le picaban las lágrimas en los ojos pero sin llegar a caer. Su profesor arqueó una ceja antes de girarse con lentitud mirándola de reojo mientras ella se acurrucaba en su sitio.

No era real. No le había pedido una cita a su profesor pero se sentía como si la hubiera rechazado.

-Dalia ... - Sarah la miró apenada por su amiga mientras ella deseaba desaparecer de allí en ese momento.

Una lágrima se le escapó de sus ojos y se la secó con rapidez para impedir que nadie la viera.

Cinco minutos después el timbre dio por finalizada la clase.Dalia recogió con rapidez los libros y objetos que tenía y se levantó para salir cuanto antes de allí. Si por ella fuera, iría directa a un vertedero...

- Señorita Dalia  , me gustaría hablar con usted en el despacho. - Dijo el profesor Shawn . Su voz potente y grave la paralizó justo cuando ya salía de la clase. No quiso darse la vuelta ni mirar lo que podía estar pensando.

- Deme cinco minutos y estaré allí. - Respondió cuando encontró su voz y salió corriendo.

Profesor de regaloWhere stories live. Discover now