“Riiin, Riiin, Riiin”
El molesto ruido del despertador me izo salir de mis sueños, el único lugar donde estaba a salvo. Hoy empieza un nuevo día, me gustaría decir que será emocionante, pero ir al instituto nunca lo es. I menos si eres la chica “rara”, “nerd” y “antisocial”. Mi nombre es Andrea pero mis amigos me llaman Andy, o lo harían si los tuviese. Me levanté de la cama y me dirigí a mi armario, mi estilo de vestir es lo que se dice especial, básicamente me gusta ir cómoda. Unos pantalones piratas y una blusa desgastada, de cuya marca ya olvidé, eran mi atuendo de hoy. Recogí mi cabello castaño en una coleta rápida y me acomodé mis gafas. Siempre me han gustado mis ojos turquesa, más claritos de lo normal, pero quedan ocultados detrás de las gafas, así que nadie se fija en ellos. Cogí el autobús no sin antes despedirme de mis padres. Al subir, nadie se fijó en mi lo cual facilitaba las cosas. Me dirigía hacia el fondo para sentarme sola como todos los días, cuando Rachel puso su pie en medio del pasillo haciendo que cayese y mis libros terminasen desparramados por el suelo.
-Mira por dónde vas patosa no queremos que hagas daño a nadie.-dijo con superioridad.
En ese momento todo el mundo estalló en carcajadas, sin ni siquiera importarles si estaba bien. Me levanté recogí mis libros y me fui a mi sitio sin decir nada. Por eso no me gusta el instituto, está lleno de chicas controladoras y manipuladoras, que solo se sienten bien humillando al resto. Y los que se dejan manipular por el simple hecho de sentirse aceptados.
Cuando llegué al instituto fui directamente a mi primera clase sin mirar atrás, pues sabía que ellas me estarían esperando. Las cuatro primeras horas pasaron lentas y llenas de deberes, pero por fin llegaba la hora de la comida.
A la comida del comedor no se le podía llamar precisamente comida, solía ser una masa espesa y viscosa, con un sabor tan raro que era imposible explicar. Estaba pasando por entre la mesa de los jugadores de fútbol y las populares, y noté un golpe que hizo que mi bandeja de comida aterrizase sobre Rachel y sus secuaces. Me giré para ver quién me había dado el golpe y no extrañe al ver que se trataba de Brian, el portero de nuestro equipo. Pero ahora no era momento de preocuparse por quien había provocado esto, sino a quien iba destinado.
Rachel me miró furiosa, acababa de arruinar su modelito de niña pija y destrozar su ensalada dietética. Por un momento pensé en huir, pero no me serviría de nada, al fin y al cabo me encontrarían y se vengarían. Así que simplemente me quedé allí quieta en estado de shock, esperando sus insultos.
-¿Tú eres estúpida? Porque definitivamente lo pareces.-comenzó Rachel- ¿Sabes cuánto ha costado esta camiseta?
-Podrías aprender a caminar antes de ir arruinándole en día a los demás.-continuó Erika.
-Estúpida nerd.-insultó Pampha.
En ese instante solté la bandeja y salí corriendo de allí, necesitaba escapar de ellas, así que me dirigí a los lavabos. Me escondí en uno y me senté en la taza del váter. De repente se escucharon los ruidos de unos pasos. Instintivamente cerré la puerta con pestillo y subí los pies, pues sabía quiénes eran. Vi tres sombras pararse frente a los espejos y el agua del lavamanos correr.
-No puedo creer que esa estúpida nerd me haiga tirado la comida encima.-dijo Rachel.
-Se lo haremos pagar- dijo Pampha.
-De todas formas no sé cómo le dejan estar aquí, esto es un colegio decente, y todo el mundo sabe que sus padres son pobres.-Dijo Rachel con voz de asco.
-Solo tienes que ver como se viste. ¿Acaso le dan la ropa de la parroquia?-comentó Erika y todas rieron.
Y entonces se fueron riendo y comentando más cosas sobre mí. No pude evitar que las lágrimas se escapasen de mis ojos, haciéndome sentir más débil de lo que ya me sentía.

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¿Cambiar? Nunca
Teen FictionEsta es la historia de cómo Andrea Giménez, una chica normal de 16 años, tímida y tachada de nerd en su instituto, pasa de ser la marginada a la chica más deseada. Pero para llegar hasta allí tiene que pasar por unas duras experiencias que le dejara...