Sus ojos color miel y su piel, que se podía ver a través de una blusa traviesamente mal
abotonada a la altura del pecho, reflejaban perfectamente la luz casi cobriza que irradia el sol poco antes del crepúsculo. Con su tímida voz dijo -gracias Ale- y se bajó de mi automóvil
mostrando su casi perfecto derriere. Luego de controlar mis ansias que me empujaban a
saltarle encima y arrancarle al menos un beso, inhale, exhale, y me dije viéndome en el
retrovisor -eres un hombre casado-.
Pasaron los meses y ese episodio quedó guardado entre mis memorias casi sin esperanza de trascender, sin embargo, las cosas cambiarían en cuestión de meses...Todo se dio de manera casi ineludible, mi matrimonio terminó, yo me refugiaba en jornadas de hasta 15 horas diarias
de trabajo, hasta que una noche el sonido del chat me volvió a conectar con ella, la de ojos
color miel! ...me preguntó como estoy, pregunta que me resultaba incómoda cuando yo vivía lo que vivía, pero sentí ganas de responder.
-Bien- respondí escuetamente, casi evadiendo el virtual encuentro, pero ella insistió:
preguntaba, repreguntaba, indagaba pero lo hacia con las palabras justas, suave, sin
entrometerse. Se mostraba tan dispuesta, tan interesada, tan receptiva, me convenció casi sin
darme cuenta de que le dé un breve resumen sobre el declive de mi matrimonio. Luego con
cierta osadía disfrazada de inocencia me invito a su departamento para hablar, le agradecí,
pero le dije que no, que no eran horas adecuadas, ella asintió mientras concertamos un encuentro al siguiente día, bajo la luz del sol.
Un par de citas bastaron para que nuestros labios se encuentren, primero un tierno - abrázame - luego apagamos todos los sentidos menos el del tacto, sentí primero un tímido beso, en segundos esa mujer comenzó a transformar sus besos en la más pura ilusión.
Fueron al menos 8 meses insospechados, felices, placenteros..ella fue por un momento de mi vida lo mejor que me había pasado. Todo sucedía antes de que yo pueda pensarlo, rápido pero mágico, fugaz pero memorable, loco sin soltarme de la cordura.
Como fiel melómano puedo describir lo que vivimos con dos canciones: primero algo muy
similar a esa historia que cuenta la Orquesta Mondragón, esa que llamaron "Lolita"; y luego nos convertimos en los mejores protagonistas de una de las mas sublimes creaciones de Luis
Eduardo Aute...esa que comienza diciendo "Tendida, con los muslos abiertos...".
Una ventana sin cortinas, una fisgona terraza, un colchón en el piso...fueron los testigos de
nuestros primeros encuentros; una cama rota, un colchón con huellas de pasión, unas rodillas
raspadas por los azulejos, una ducha que confundimos con lecho...son los testigos de los
mejores episodios de algo que por momentos confundíamos con amor.
Ni ojos color miel, ni casi perfecto derriere, ni la ilusión que construimos pudieron evitar que el ciclo se cierre. Alguien me dijo una vez que la vida es un conjunto de ciclos, o círculos que
siempre terminan por cerrarse...yo digo que la vida es como una línea recta que siempre fluye
hacia adelante, por lo tanto no queda otra que avanzar, sin regresar la mirada. Círculos o
líneas...no importa, pero si importa vivir al máximo, vivir como sí mañana fuera el primer día del resto de tu vida, y como si la mujer que te acompañe fuera "la de a de veras" aunque no lo
sea...