Arde.

Náufragos

Náufragos. Que pasan noches en vela pescando momentos, para después enmarcarlos y convertirlos en recuerdos que poder colgar en sus camarotes.
Náufragos que se atan con nudos marineros la cordura para no perderla en las noche de tormenta, ya que se rumorea que en alta mar se pueden tener delirios con sirenas de papel.
Náufragos perdidos a la deriva en veleros de mentira que sueñan con la orilla de una pequeña isla llamada eternidad.
Que se declaran la guerra entre ellos llenándose la boca de orgullo, gritando: "mi barco es más grande que el tuyo"
Náufragos, que a pesar de haber pasado casi diez días y quinientas noches perdidos en el océano, todavía tienen pesadillas con estrellas fugaces que no conceden deseos.
Y que cada noche antes de dormir, le soplan a las estrellas como si de velas de cumpleaños se tratasen, con la esperanza de que sus anhelos de llegar a puerto mientras todavía exista la paz entre las personas se cumplan.
Que con las estelas que crean sus veleros, provocan huracanes de corazones rotos y promesas sin cumplir.
Náufragos que le dedican a la luna cantos paganos. La misma luna que calló a toda la vía láctea demostrando que a pesar de ser una lunática, ella sola podía eclipsar al sol.
Náufragos que escriben versos claustrofóbicos que no se dejan meter en cualquier botella de licor.
Que se convencen a ellos mismos de que quizás de haber sido en un mar diferente, puede que la brújula hubiese apuntado otro norte.
Y que aunque saben que toda magia implica truco, aún no han perdido la ilusión de poder llegar algún día a "nunca jamás".
Náufragos que anhelan un grumete con el que pasar el rato, porque el insomnio no es el mejor compañero con el que jugar al ajedrez.
Que han aprendido que las huellas en la piel no son tan efímeras como las de la arena.
Náufragos que cuando lleguen a puerto, le lanzarán un beso al mar y regresarán al hogar del que pertenecen. El mismo hogar en el que seguirán soñando... con sus sirenas de papel.