III

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La tarde que pasé con Inés fue increíble. Jamás creí que me podría llevar tan bien con una persona tan diferente en lo que a ideología se refiere. Vi que detrás de esa faceta de política se escondía una chica tímida, con algún que otro miedo y además se podía palpar en ella cierta inseguridad. Pero no me cabía duda de que era una mujer muy especial y con una fuerza que en ocasiones me encantaría tener. 

No podía evitarlo. Desde aquel debate Inés despertó un interés en mi más allá del asunto político. Bueno, en realidad, fue desde mucho antes. Aunque no estaba de acuerdo en las cosas que decía, me enorgullecía que las mujeres nos hiciésemos un hueco en la política, lugar en el que por desgracia seguimos siendo minoría. No pude evitar estar nerviosa durante el debate, pero sé disimular muy bien. Recuerdo esa tarde en Barcelona y esa charla con cervezas con mucho detalle. Creo que ella no era consciente de mis intenciones, ni siquiera yo lo soy. Pero sé que con ella me pasaba algo y era distinto a lo que sentía cuando conocía a alguien y sabía que sería mi amigo o amiga. Con ella era como si fuese algo más. Conectamos desde el primer momento. 

Creo que fui muy lanzada al decirle que iba a su casa, pero fue lo que me salió en el momento. Además, lo de la chaqueta fue aposta. Quería tener cualquier excusa para verla. No creo que pase nada, no es esa mi intención. Bueno, en parte sí, pero según ella no tiene interés en ninguna mujer. Aunque había algo dentro de mi que me decía que estaba mintiendo. Me encantaba jugar con ella, picarle... No podía evitarlo. Además, podía imaginarme las caras que ponía cuando le decía todas esas cosas. No puedo dormir. Ya es tarde y sigo sin pegar ojo. No puedo parar de pensar en que mañana estaré en su casa... ¿Debería llevarle algo? 

Eran las tres y media de la mañana y seguía sin poder dormir. Me metí en Instagram, no quiero mentir, lo hice para ver sus fotos y para subir una historia con una canción que me recordaba a ella. Era tan diminuta y tenía una sonrisa tan bonita que tan solo con mirarla se iban todos los males. Miré por casualidad quién estaba conectado a Instagram y ahí estaba ella, dándole like a una publicación de Juego de Tronos. Quería hablar con ella y así fue. Abrí el WhatsApp. Se había cambiado la foto. Tenía una suya con una camisa blanca de flores y los labios rojos. Que guapa joder.

– A mi también me gusta Juego de Tronos. 

– ¿Qué haces despierta a estas horas Irene?

– ¿Y tú?

– Te he preguntado yo antes...

– No puedo dormir.

– Yo tampoco.

– ¿Y eso?

– La verdad que no lo sé. ¿A ti qué te pasa?

– Nada, estoy desvelada.

– Yo también.

– Ojalá estar contigo ahora, por lo menos estaríamos haciendo algo.

Las horas me confundían. Tenía muchas ganas de decirle muchas cosas y más a altas horas de la noche. Pero debía controlarme.

– ¿Haciendo qué?

– Ver Juego de Tronos, por ejemplo.

– Mañana podemos hacerlo si quieres. 

– Por supuesto. ¿Ya sabes dónde vas a llevarme?

– No. 

– Me conformo con tu compañía. 

– Y yo con la tuya. ¿Dónde te gustaría ir?

Ciudadanas Unidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora