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Mientras preparaba el café contaba las cucharadas de azúcar que le colocaba. Su amigo seguía en silencio y eso hacía las cosas muy incómodas para ambos. Jamás habían estado en la misma habitación con tanto silencio rodeandolos. Era como si estuvieran en un funeral. Demasiada calma para su salud mental.

Giró con las tazas en las manos y colocó una frente a su amigo. El invitado tardó algunos segundos en sonreír y rodear la caliente taza con sus manos. Afuera no dejaba de llover hacia dos días y eso no hacia más que confinarlos a un ambiente cerrado cuando habían disfrutado tomando café en el parque tantas otras veces, frente al río, sentados en el pasto, tantas otras. 

—Me separé de Taeyong.

El aire escapó de sus pulmones por algunos segundos, tomó asiento y asintió con un movimiento de cabeza. No esperaba esa noticia. Su invitado no volvió a hablar, se dedicó a mirar por la ventana mientras le daba pequeños sorbos a su café.

—Puedes quedarte aquí si necesitas estar lejos de tu esposo.

—Ex esposo. —corrigió con una sonrisa que de alegre no tenía absolutamente nada.

Extendió una de sus manos y tomó con cariño la mano de su amigo. Le dedicó una sonrisa pequeña, discreta. Toda la situación no tenía sentido, las palabras que habría querido oir hace muchos años atrás las estaba oyendo ahora y no sabía cómo actuar.

—¿Puedo quedarme aquí con Chenle?—la pregunta fue en voz baja, temblorosa, como si fuera a llorar en cualquier momento.

—Claro que puede quedarse aquí, es mi sobrinito favorito.

Para Kun, las palabras jamás habían tenido un gusto ácido hasta ese momento.

Ten is...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora