Setenta y cuatro

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Era Domingo, Freddy no estaba en su casa, pero bueno. No podía vivirsela con Fred.
Por lo menos no aún.

El azabache estaba recostado en la sala con el cuaderno abierto, estudiando cuando tocaron la puerta.

Supuso que era Freddy, aún tocaba antes de entrar. A veces.

— Pase. — habla fuerte desde dentro —.

La puerta se abrió lentamente hasta dejar al descubierto la imagen de aquella mujer cansada que Fred esperaba no volver a ver nunca.

Sol y Luna (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora