Capitulo 1

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Había una vez....

Un chico que se alistaba, se ajustaba el cinturón, sus botas, su playera fresca, sus llaves de la casa con un llavero de pinzas y su nueva pala que acaba de comprar. Estaba listo, aquí empieza su búsqueda. Buscaba con ansias un tesoro, su tesoro.

En un día soleado, en una zona amplia en la Pradera. Camino por un rato, cuando sintió un toque en el pecho.

- Es aquí - pensó

Entusiasmado y con buen ánimo empezó a cavar. La tierra se sentía suave pero firme, le costó trabajo sacar el primer monto de tierra. Mientras más enterraba su pala, se sentía más confiado y aumentaba el calor que sentía en el pecho. Un minero que paseaba cerca se acercó al agujero de tierra y vio al muchacho.

- ¿Qué andas haciendo a estas horas de la noche? – le preguntó al joven

- Trabajando- Contestó

- Ten cuidado, no escarbes de más, perdí a muchos hombres así

- Sí – respondió el chico apenas sin ver al minero

Cada día que pasaba escarbando, diferentes personas se le acercaban para decirle consejos "Come bien", "Descansa", "Cuídate" eran palabras que el joven escuchaba a menudo e ignoraba. Los meses llegaron y los cambios de estación también. Su pala nueva al inicio, ahora dañada por tanto trabajo, el cuerpo cansado, los brazos le pesaban, no reaccionaban a su gusto, asoleado. Pero el calor que sintió al principio en su pecho seguía intacto.

- Este es el lugar – suspiró – Tiene que ser. Solo hay que palar una vez más.

Agarro su pala con firmeza. Metió aire a sus pulmones. Inclinó su cuerpo hacia el suelo.

*CRASH*

La pala se rompió.

Maldijo al aire. Sacó el aire que le quedaba de sus pulmones respirando pesadamente.

- Tengo que conseguir otra – pensó

Al alzar la cabeza estaba la nada. Había cavado demasiado, apenas si veía un círculo con la luz solar, la luna. Un solo agujero hasta la parte de arriba iluminándolo a él y a su pala inservible.

- Supongo que tendré que escalar – dijo frunciendo el ceño

La tierra se sentía fría y áspera. Le parece lógico que la pala se haya roto. Empieza a escalar subiendo su brazo derecho, después el izquierdo junto con su pierna derecha y al último su pierna izquierda. A pocos momentos de escalar siente una gota caer en su mejilla, no le da mucha importancia pero cada metro subido, empezó a sentir más la humedad del cielo caer en su cuerpo convirtiendo la tierra seca en lodo. Resbaló.

El mejor tesoro del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora