Me encontraba mirando por la ventana de la quinta planta del hospital, observando a las personas que entraban y salían hasta que mi madre me dijo que bajara con mi hermana a merendar. Al salir de la habitación, mi hermana me pidió de ir a dar una vuelta por el centro comercial que estaba al lado.
—Si me llevas a ver tiendas, te prometo que te hago la cama durante un mes, además te vendrá bien para despejarte después de la discusión que has tenido con César.
—Vale, pero lo quiero por firmado. Y sí, me vendrá bien para despejarme.
Cuando entramos en la cafetería del hospital, noté una mirada posada en mí, pero como mi hermana no paraba de contarme cosas de su clase, dejé de prestarle atención a esa sensación. Al sentarme, me di cuenta de que un chico no paraba de mirarme, incluso cuando me quedé mirándolo fijamente. Tenía unos ojos verdes claros preciosos y su mirada cada vez me incomodaba menos. Seguí bebiendo mi capuchino y hablando con mi hermana, la cual también se había dado cuenta de que aquel chico no paraba de mirarme. Me levanté para ir al baño y al regresar me encontré a mi hermana hablando con él.
—Adiós, peque.
—Adiós.
Cuando estaba llegando a la mesa, el chico pasó por mi lado y me dedicó una sonrisa. Al sentarme, miré a mi hermana y le pregunte:
— ¿Qué hablabas con él? Sabes que no deberías hablar con desconocidos.
—Yo no he empezado, ha sido él.
—Bueno, ¿y qué te ha dicho?
—Que quería tu número de teléfono, que le pareces muy guapa.
— ¿No se te habrá ocurrido dárselo?
Hubo un silencio que me otorgó la respuesta a mi pregunta.
— ¿Por qué le das mi teléfono a un extraño?
—Solo quería arreglarte un poco la vida. Estas todos los santos días de peleas con tu novio, al mejor si cambias de novio dejas de estar tan amargada.
— Cállate y bébete el batido rápido si quieres ir a mirar tiendas.
—Vale...
Por unos minutos, me quedé analizando mi relación y vi lo que no quería ver: que estábamos todos los días peleándonos. A eso tendríamos que sumarle que nos veíamos poco, los numeritos de celos que montaba cada vez que salía de fiesta y un largo etc. Estaba harta, y lo peor es que con él no podías hablar las cosas porque no escuchaba, a pesar de que él es tres años mayor que yo. Al final, va ser verdad eso que dicen de que las mujeres maduran antes que los hombres. De repente, me sonó el móvil. Era César
—Hola ¿Qué tal, ya estás más tranquila después de la pelea de esta tarde?
—Sí, ¿y tú?
—También. Esto... te llamaba para decirte que no vamos a poder ir a cenar porque me voy de fiesta. Si quieres quedamos mañana por la tarde y tomamos algo.
— Claro, cuando al señorito le venga bien.
— Perfecto, — No pilló mi ironía— pues ya vemos la hora, hasta mañana— se despidió apresuradamente.
— Hasta mañana, pásalo bien.
— Besos.
Otra vez volvía a sentirme mal. Estaba dejando de ser feliz, me estaba cambiando mi carácter y lo peor de todo es que lo estaba pagando con quienes no tenían culpa de nada: mis padres. He pensado muchas, pero muchas veces en dejar a César, pero siempre vuelvo a pensar lo mismo: que puede cambiar y dejar sus celos, sus fines de semana de fiesta y vernos un poco más.
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Es por ti
Teen FictionLa adolescencia te marca la vida , ya puede ser a través de los amores , de las amistades o de las vivencias. La adolescencia de Melani no será fácil. Tendrá que afrontar muchos problemas que le traerán muchos quebraderos de cabeza, pero sobre todo...