Único

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Voces en mi cabeza que no paraban de atormentarme. Aquellas sombras que parecía que me seguían eran realmente una tortura. Pero lo más atormentador eran aquellos ojos que lentamente me arrastraban a un mundo completamente de locos.

«¿Qué esperas?» Ellas preguntaban. «Puedes pegarte un tiro de una y desaparecer, ¿no ves que estorbas?» Y nuevamente cerraba mis ojos por el nudo en mi garganta, pero de golpe los abrí debido a aquellos ojos que aparecían siempre.

—Jodida tortura. —Murmure por lo bajo y me levante de la cama para salir de aquella habitación donde sólo podía hundirme en soledad.

Salí de mi habitación, salí de mi casa, necesitaba despejarme de muchas cosas y poner otras en mi mente. Alce mi vista y vi un gran edificio, que bonito. En eso debía de concentrarme.

«Deberías de subir ahí y acabar con todo de una buena vez»

¿Qué ya ni un paseo puedo dar sin que esas molestas voces aparezcan?

«Alguien está persiguiéndote» «Corre»

Y sin más, corrí haciéndole caso a aquellas voces en mi cabeza. Corrí y corrí hasta que el cansancio me consumió y pare, pero cuando voltee, vi sombras de las nada obligándome a correr nuevamente sin destino alguno.

Así por varios minutos hasta que nuevamente volví a parar respirando agitado y casi sin aliento, me senté en una banca y coloque mis codos en mis piernas para ocultar mi rostro entre mis manos.

Aquellos ojos aparecieron y saque mis rostro de entre mis manos viendo a las personas caminar y caminar.

«Tienes a alguien al lado» Dijeron y yo me voltee viendo a un chico con capucha que miraba a la nada.

—Hola. —Salude y aquel chico me miro con unos ojos apagados. Esos, esos ojos eran realmente hermosos, tan hermosos y perfectos pero siniestros... Así como los que aparecían cada vez que cerraba mis ojos. Eran idénticos.

—Hola. —Saludo aquel chico de ojos hermosos, su voz era bastante aguda, tan aguda que no parecía ser la de un hombre realmente, pero lo era y era extraño.

—Cómo... ¿Cómo te llamas? —Pregunte y el chico parecía pensar un poco antes de responder mi pregunta.

—Mi nombre es Park JiMin, ¿y el tuyo? —Respondió y me pregunto.

—Soy Jeon JungKook. —Le respondí yo esta vez. —Tú nombre es bastante lindo, al igual que tus ojos. —Confesé y JiMin me miro con algo de rareza antes de sonreírme levemente sin mostrar dientes.

—Tus ojos también son lindos. —Alago el al igual que yo lo hice.

Y ese día supe que había establecido una nueva amistad...

.

.

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Los días habían pasado donde la amistad con JiMin siempre crecía hasta el punto de pasarla casi las veinticuatro horas del día con él.

No supe en que momento paso pero me volví muy sumiso ante él, siempre iba a donde él decía sin negarme ni una vez ya que le tenia miedo a lo que llegara a hacerme si decía que no a algo que él me ordenaba.

Aunque... Supongo que ese sentimiento nació debido a que él era mi único amigo en toda la vida y no quería perderlo nunca, nunca.

Ah, si mi madre estuviera viva, ¿que me diría? Que soy un débil y un maricón... Nada raro en ella, pero muy poco si de eso se trata ya que sus burlas y humillaciones pasaban todos los limites.

Extraño » K.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora