Al amanecer llegamos a puerto. El capitán Rodríguez nos guío por el pueblo Reinaldo, llamado así por un famoso pintor que nació aquí, y nos enseñó la zona, ya que su familia lleva viviendo en él desde que era una colonia española y se llevan dedicando al transporte desde hace generaciones. Es un pueblo bastante tranquilo, sin fábricas a diferencia de las ciudades inglesas ni todo ese humo que sale de ellas. Se respira un ambiente relajante y para nada ajetreado como en las calles de Londres.
El capitán nos enseñó una posada donde estamos descansando ahora mismo mientras Sophia está en un pequeño establo al lado del edificio.
Por la tarde fuimos a ver los alrededores y a preguntar por zonas de interés cercanas, pero no mencionaron nada que no esté ya en el mapa apuntado por la Fundación.
El capitán Rodríguez dice que va a dar la vuelta al continente por el Sur de forma exhaustiva porque fue contratado por la Fundación para mejorar los mapas costeros de América y nos recogerá en el Oeste, supone que cerca de donde acabaremos Nanuk y yo después de nuestro viaje. Por si acaso, nos ha dado una pistola de bengalas con dos bengalas y un rudimentario aparato de radio para comunicarnos y saber nuestra posición en caso de problemas.
Por poco me olvido de mencionar que la buena gente del lugar es increíblemente amable, quizá sea porque estamos acompañados por un habitante del pueblo, pero parece gente simpática y de confianza la cual nos ha ofrecido ayuda en caso de que tengamos un problema y necesitemos ayuda médica cuando aún estemos cerca del pueblo.