Capítulo 1

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12 de abril de 2017


¿Y si la rara no fuera yo? ¿Y si todas esas personas que me sonríen educadamente fueran algo malo para la humanidad?

—¡Clara! —reclama mi madre—. ¿Qué ocurre hija? Quiero que escuches al doctor por favor—la miro, en sus ojos sé que hay una tristeza tan profunda que me parte el alma.

—Clara, llevas aquí muchos años, más de los íbamos a llegar a imaginar. Ha sido un camino duro y muy largo, pero hoy no habrá malas noticias—sonríe—. Hoy te daremos el alta—solloza mi madre.

—¿Eso quiere decir que Clara podrá volver a casa? —un ápice de alegría ilumina su cara.

—Si, hoy Clara podrá volver a casa. Seguiremos con un tratamiento adecuado en casa, ya no será lo mismo que las sesiones de quimio, las visitas serán en principio una vez por semana. Según vayamos viendo cómo evoluciona haremos las visitas cada dos semanas y así hasta llegar una visita cada seis meses hasta el alta completa.

Salimos del hospital, estoy nerviosa, manos sudorosas y pies fríos, esa sensación de irme de zona de confort, el miedo a enfrentarme a no escuchar gente por los pasillos. Máquinas de respiración asistida o ese pitido que emitía las frecuencias del corazón, dios tantos años aquí y aun no he aprendido los nombres de esos aparatos o quizás no me quiera acordar de ellos.

Todo se hace tan raro, no ver las nubes desde una ventana del hospital, respirar aire puro si no era a través de las puertas de urgencias.

—Cariño ya hemos llegado—sonríe mi madre al abrir la puerta del coche para que salga.

—Mama, tranquila... no hace falta que me abras la puerta, estoy bien—le aseguro.

Desde que me detectaron leucemia linfoblástica aguda no solo me lo detectaron a mí, parte de mi enfermedad la lleva mi madre, ha sido un camino duro para ella, es una mujer fuerte y para mi toda una gran persona. Ella era una gran psicóloga, pero mi enfermedad nos llevo a las dos para adelante. Dejó su trabajo, dejó su vida solo para estar conmigo.

—He pensado... bueno yo creía—intenta explicarse cuando abro la puerta de la que había sido mi habitación durante cinco años.

—Mama esta perfecta—sonrío y ella hace lo mismo.

—No quería tocar nada, todo esta como tu lo dejaste... —miro hacia el mural que hay en la pared del escritorio, fotos mías de carnavales en el colegio, una foto de mis padres cuando se casaron, pero lo que mas me llama la atención es que ahí siga colgado un collar de princesa de mi prima Vanesa.

—¿Dónde esta mi chica guapa? —grita Vanesa cuando mi madre abre la puerta.

—Pensaba que no vendrías a verme—sonrío—. Ya llevaba aquí como tres horas mirando unos libros de la pepita mona va de paseo—comenzamos a reírnos.

—Estaba trabajando... pero sabes que no podía irme a casa sin antes verte ¡Estás fuera de hospital! ¿Cómo te sientes?

—Ahora mismo me siento un poco agobiada—digo, nos sentamos en el sofá, mama ha salido a comprar algo para cenar—. Han sido tantos años, tantas recaídas. Que nunca llegue a imaginar que estaría aquí—sonrío tristemente—. ¿Sabes, alguna vez te ha pasado que te sientes fuera de lugar? ¿Qué este no es tu sitio? ¿Qué te tienes que acomodar a algo que no conoces por que desde que tienes uso de razón has estado entre cuatro paredes día y noche?

—No puedo llegar a saber lo que sientes... ha sido muy duro para todos Clara, pero mira el lado positivo... ¡Estás fuera! ¡Joder! Ahora es cuando tienes que empezar a disfrutar de las cosas. Salir, ir al cine, tomarte un helado en la playa o mejor dicho ¡Ponerte morena bajo el sol!

Hasta el AmanecerWhere stories live. Discover now