Ellxs no saben con qué brisa
brindan caricia tus dedos de rama de olivo,
cuando te surca una sonrisa que se lleva el viento
como hoja que languidece y crepita en carcajada.
Perdónales, niño
ellxs no han podido ver el centelleo dorado
del aceite que en tus pupilas rebosa
hasta tus orillas de aceituna
como si de miel se tratara.
Te han mordido siempre con tanta ansia
que sólo han conseguido llegar hasta el hueso
y te han colgado en resentimiento
panales sin miel en las pestañas,
para que te maldigan aguijones
que se te clavan de incomprensión
derramando el aceite que en tus venas ahora supura
mientras en silencio, tu penitencia no apura.
Ellxs sí saben de tu paciencia,
aunque no a dónde alcanza.
No saben que ya no hay panales, ni aguijones,
sino miel, aceite y plata.
De nuestra tierra a las entrañas
vientre de zumo de naranja
se une y embalsama
agravios de dagas de nácar.