Los piromaniacos

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—¡Fox hijo de putaaaa! —gritó el rubio a su celular en cuanto su amigo contestó la llamada—. Mis padres por poco me matan cuando me vieron llegar drogado a casa.

Fox se echó a reír estruendosamente, rememorando la noche anterior cuando se encargó de que les sirvieran unos tragos con un pequeño regalito para Rick, su mejor amigo, y éste se puso a hacer de playboy arriba de una mesa, haciendo bailes eróticos que Fox no tenía ni la menor idea de dónde había visto. Después los sacaron a patadas del antro por las estupideces del rubio, quien besó a un chico pensando que se trataba de una mujer. Un error que cualquiera podía cometer en ese estado, o al menos eso era lo que Rick había dicho a su favor cuando se percató de lo sucedido.

Eso sí, Fox no se había arrepentido de nada, de cualquier forma, nunca se retractaba de sus actos.

—Te divertiste tigre, no mientas. —dijo él, sonriendo descaradamente.

Rick hizo rechinar los dientes. En ocasiones, su amigo lo sacaba de quicio, y a estas alturas no sabía cómo había terminado metiéndose con ese idiota... ¿fue porque le prestó sus apuntes para que pudiera copiarlos cuando se ausentó durante toda una semana en segundo de secundaria? No, estaba seguro que para entonces ya eran amigos, si es que trabajar como mula para alguien más se le puede llamar así.

Suspiró.

—La verdad es que sí, un poco —confesó.

Fox soltó un aullido de victoria.

—¿No te lo dije? Te lo dije.

—Sí, sí, pero al menos debiste acompañarme hasta la puerta y no botarme fuera del auto —le espetó Rick un tanto ofendido. Se habría ahorrado muchos problemas si el imbécil al menos se hubiera dignado a fingir que no sabía qué le habían puesto a su bebida.

Fox chasqueó la lengua, restándole importancia al asunto.

—Por eso prefiero que Billie nos acompañe ¿sabes?

Ante la mención de ese chico, Rick palideció y abrió los ojos hasta más no poder. No es que él fuera un santo o algo similar, era conocido por su reputación de rebelde, al igual que Fox, aunque éste último tenía la palabra mujeriego añadida a su lista de descripciones. Pero Billie era un asunto aparte.

—¿Estás bromeando? Ese tipo está loco, por su culpa casi terminé en la cárcel —se quejó Rick.

Fox recordó la anécdota en la que Rick bebió de más y le dieron uno de sus muchos ataques de piromanía, prendiendo fuego a una de las fuentes más hermosas de la ciudad. Se echó a reír con ganas.

—Por cierto ¿todavía cargas con fósforos para prender tus cigarros? —preguntó él.

Instintivamente, Rick se llevó una mano al bolsillo de su chaqueta, entrando en contacto con su cajetilla de cigarrillos y el pequeño paquete de fósforos.

—N-no —vaciló.

Nuevamente, Fox rió como un maníaco, aunque claramente fingía. Usualmente ese chico no reía de absolutamente nada.

De un segundo a otro, dejó de carcajearse.

—Espera, me está entrando una llamada —dijo contemplando el nombre de quien le llamaba. Esbozó una sonrisa—. Parece que lo he invocado. Lo añadiré a nuestra conversación.

—¡No! No, no, no, por lo que más quieras no —suplicó Rick desesperadamente.

Pero sus esfuerzos fueron en vano porque a los pocos segundos escuchó una voz peculiar al otro lado de la línea.

—¿Qué pasó perras? ¿Hablando de mí?

—Sigo sin entender cómo haces eso —murmuró Rick, masajeándose el puente de la nariz.

—Ya se los dije: Billie lo sabe tooodooo— respondió el chico.

Rick puso los ojos en blanco.

—Les traigo noticias de último momento —añadió Billie.

Fox sonrió de medio lado. Por eso le gustaba juntarse con ese lunático: siempre estaba al tanto de lo que ocurría, era como una especie de infiltrado de la mafia.

—Escúpelo —le instó él.

—Habrá un viaje escolar.

—¿Y a mí que jodidos me importa si hay un puto viaje escolar? —gruñó Rick.

—¿Quieres dejarme terminar? —como respuesta, Rick soltó un resoplido— Gracias. Habrá un viaje escolar, y hay carne fresca sólo para nosotros.

Fox arqueó una ceja, sin comprender aquel último detalle. Rick tampoco había entendido ni una palabra.

El único que comprendió era Billie; a veces se necesitaba de un diccionario para descifrar lo que decía.

—¿De qué hablas? ¿Vamos a asar carne en el mentado viaje escolar? —preguntó Rick.

—¡Por supuesto que no, idiota! Aunque no sería mala idea... ¡Me refiero a que hay unos chicos de intercambio! —explicó Billie.

Sin poder evitarlo, Fox hizo una mueca de asco. No le gustaba interactuar con las personas fuera de lo necesario, y un grupito de nuevos no lo entusiasmaba en lo más mínimo.

—¿Y qué? ¿Saltamos de la emoción? —preguntó Rick.

—Creí que les interesaría, hay unas cuantas caras bonitas por ahí... —sonrió Billie con picardía.

Esta vez Fox se mostró interesado.

—¿Viste el expediente? ¿Había fotografías? ¿Hay alguna chica que cumpla con mis necesidades? —se apresuró a interrogar inmediatamente.

—Eeeeh no en realidad...

—¿No en realidad? ¿A qué te refieres con "no en realidad"? —exclamó Fox gritándole al celular.

Rick alejó el móvil de su oído y miró en todas direcciones para asegurarse de que nadie en la calle se hubiera percatado de los alaridos provenientes de Fox.

—Todos son hombres.




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