00: Tercer año.

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El viento soplaba de tal manera, que las hojas que descansaban pacíficas en el suelo se levantaran.

Los cerezos aún tenían algunos pétalos rosados, pero la mayoría se habían ido junto a los recién graduados. Sólo habían pasado dos semanas, mas parecía que todo era nuevo.

Un joven rubio silbaba una alegre melodía, mientras caminaba tranquilamente el largo camino a la entrada. 

Las chicas volteaban a verlo, quedando enamoradas a primera vista.

Los hombres lo miraban con envidia, había llegado recién y ya tenía a sus pies a toda las mujeres.

Los alumnos más antiguos se preguntaron quien era él. Al darse cuenta se preguntaron cómo había cambiado tanto en dos semanas.

Al parecer el color de su corbata no era lo único diferente en él.

Al rubio todas esas miradas le daban igual, sólo deseaba que alguien lo mirase y ella ya no estaba ahí.

Qué gran lástima.

Se quitó sus anteojos de sol y les dio una mirada a las chicas, para que lo dejasen tranquilo.

Para nada sirvió. Ahora todos se quedaban mirando sus ojos heterocromáticos.

Qué gran molestia.

Decidió seguir su camino sin importarle si había compañía o no.

—¡Nii-Chan!—Gritó otra rubia y corrió a abrazarlo.

—¡No tan rápido, Rubia!—Jadeando, una agotada peliverde venía tras ella.

—¿Para qué corren? Sólo volvemos a la escuela, tras dos semanas sin verla.—Un molesto pelirrojo se acercó al grupo.—Oh por Dios, ¿Por fin te atacó la pubertad, Len?

El comentario venía al gran cambio que había sufrido el rubio. Ahora Len amarraba su cabello en una cola más ordenada que la del mes pasado. Los cabellos de su lado derecho estaban peinados para atrás y los del lado izquierdo caían tapando su ojo azul a medias. El de color verde quedaba totalmente expuesto.

Además parecía estar más alto.

—Amigo, eres lo más lindo que he visto en el día.—Habló Gumi.

—Yo le hice el cambio de look.—Presumió Rin.—Me di cuenta de que su look anterior lo hacía ver como un niño de primaria, lo que no corresponde para un tercer año como mi hermano. Ahora sí parece de 16 años, además le aporta la seriedad que necesita para ser vicepresidente. Y se ve guapo. Todo en uno.

Fukase y Gumi aplaudieron ante la explicación de la joven.

—¡Qué temor!—Exclamó la peliverde.—Espero ser tan buena presidenta como Luka.

—Serás mejor que tu noviecita, Gumi.—Las mejillas de la contraria enrojecieron.—Yo la tengo difícil. ¿Podré ser siquiera merecedor del puesto de Miku-Senpai?

—¿Aún le dices así? Con Luka conseguimos una confianza en la que no que necesitamos honoríficos.

—Tú sabes que mi relación con Miku no es como la tuya.

Gumi bufó.

—Claro que lo sé, señor me gusta que me traten como bebé.

—¡Silencio, señorita me beso con la ex-presidenta en los rincones!

La chica se llevó una mano al pecho en forma de indignación.

—Dejen de comer pan frente a los pobres.—Dijeron Fukase y Rin.

Finalmente entraron.

(...)

—¡Espero que todos tengan un excelente año escolar!—Dio la bienvenida la directora.—Primer año, deseo que se sientan acogidos en nuestra escuela y que honren a sus senpais. Prosiguiendo, les presentaré a la nueva directiva. Presidenta, la señorita Gumi Megpoid y vicepresidente el señor Len Kagamine.

Los alumnos aplaudieron.

—¡Hola, compañeros!—Saludó Megpoid.—Antes de todo, yo también espero un buen año para ustedes. Nosotros somos una directiva recién escogida, con un montón de rostros nuevos, pero mantendremos las reglas que dejaron nuestros senpais. ¡Por favor, respétenlas!

Un aplauso masivo llenó la cancha. Gumi se había ganado al público.

—Y mi vicepresidente, Len Kagamine, acabará el discurso.

El chico tomó el micrófono y trató de poner una voz suave.

—Chicos.—Dijo el rubio, con una voz que podría enternecer al mundo.—Espero sean niños buenos. Porque no perdonaré a los niños malos.—Habló sacando su voz real.

Ni una mosca volaba. Todos se quedaron de piedra.

—Eh, gracias, Len-Kun. Y ¡Bienvenidos!—Cerró la directora.

(...)

—¿Crees que les hayamos caído bien?—Cuestionó Gumi, jugando con sus dedos por los nervios.

—No me importa mucho, pero estoy seguro de que nos amaron.—Contestó Len.

Cambiaron sus zapatos por los de civiles, tomaron sus mochilas y salieron de la escuela.

El viento volvía a golpear el rostro de Len, despeinándolo.

Al final del camino había una dama. Sus largas coletas revoloteaban casi con vida propia, un vestido negro entallaba su delgada figura perfecta. Sus enguantadas manos estaban dentro de su chaqueta de cuero. Sus ojos brillaron al ver al rubio.

Al igual que los orbes del chico, que podrían ganarle al sol con el resplandor que tenían al ver a la aquamarina.

—Corre por el amor de tu vida.—Lo incitó su amiga.

Y lo hizo.

Corrió olvidando su nueva faceta de senpai responsable. Al estar cerca abrió los brazos y gritó:

—¡Miku-Senpai!

Y ella respondió:

—¡Len-Kōhai!

¡Sorpresa!
Nadie se esperaba esto, ¿No? Jaja.

Originalmente lo iba a publicar en Junio, pero me han bajado las ganas y dije "ya que".

Espero esta historia tenga el mismo apoyo que "¡Miku-Senpai!"

Sin más que decir.

Adiós.

20/05/19

¡Len-Kōhai!┆LenKu (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora